lunes, 20 de mayo de 2013

Tilo Wenner: Despierto y conmovido


Un día nos reuniremos gran suma de minúsculas despiertas y conmovidas 
Entonces derribaremos las puertas del tiempo injusto 
Y no habrá nadie entre nosotros que llore por la causa de los ídolos mimosos 
Nadie entre nosotros que nos delate con su canto de sirena a los señores de la
[infecundidad 
porque habremos cerrado tanto nuestras filas que toda la ternura será nuestra 
Entonces no habrá nadie entre nosotros con empacho divino 
Los curanderos se comerán sus yerbas y se ahorcarán con sus cintas de medir 
Nadie rebelará nuestro poder porque seremos todo el poder 
No volveremos nuestros rostros cuando los niños nos sonrían 
iremos de nuevo a la escuela con ellos 
Entonces no habrá entre nosotros ningún indeciso 
Los reclutadores se quedarán sin sueños en el infierno 
Que les dejaremos por herencia 
No nos sentaremos a medianoche en la cama a preguntarnos 
¿sueño o estoy despierto? 
Los mesías del valle no podrán ir a las montañas 
porque ellas también serán libres 
No dejaremos crecer las alas de ningún pichón de águila 
Destetaremos los terneros mañosos 
Un día nos reuniremos y romperemos todos los contratos de la providencia 
siempre oportuna en desviar el agua y el aire de nosotros 
No habrá invitados especiales entre nosotros 
Decidiremos el mundo entre todos 


Tilo Wenner

Estoy casi seguro de que no se debe comenzar una nota de esta forma en que lo he hecho. Pero hoy, que llovió tanto, me es imposible respetar las convenciones. El poema es de Tilo Wenner. Alguien, un nombre, un hombre, que no conocía hasta algunos meses atrás. Para llegar hasta él debería remontarme un poco más atrás. Entonces yo estaba comenzando a leer a muchos poetas entrerrianos. Un día, por casualidad quizás, di con un poema de Arnaldo Calveyra, un poeta nacido en Mansilla. Quedé maravillado. Aquella lectura tuvo en mí el efecto de un ruido que nos despierta en medio de una noche. Y enseguida llegó la inquietud: ¿cómo eso que estaba cerca podía colocarse tan lejos? Como si alguien hubiera querido subir
a los lugares altos toda aquella poesía para que los niños no la tocasen. De a poco me fui dando cuenta de algo que quizás era obvio, pero que no había notada hasta entonces: La tradición poética entrerriana estaba siempre cerca y lejos de nosotros. Y al nombre de Calveyra entonces le siguieron bastantes más. De aquellas inquietudes hoy hay algunas cosas en marcha. Y en estas páginas, un rescate venido de esas mismas inquietudes: Llegué al nombre de Tilo por un conocido que me recomendó investigar un poco sobre él. Después, una tarde de viernes, hablé con la persona indicada para charlar de Tilo: El escritor Marcelo Mangiante, quien está a cargo de la Biblioteca Alternativa Tilo Wenner.

Los motivos de la ausencia
Tilo Wenner nació en Galarza en 1931. Escribió. Editó. Luchó. Viajó. El 26 de marzo de 1976 fue detenido, y -¿hay alguna forma de escribir bien esta frase?-  se convirtió en uno de los desaparecidos. Como veremos más adelante Wenner fue un desaparecido en muchos sentidos.

-¿Cómo llegaste a la figura de este escritor?
-Yo llego a la figura de Tilo Wenner en 2001, buscando un tema para mi tesis de licenciatura. Ya tenía un tema, pero no me convencía. Y lo terminé de desechar cuando encontré en una revista literaria llamada La danza del ratón, que es de Buenos Aires, en un número viejo, varios pequeños poemas y un fragmento de otro poema mayor de un escritor, que además de ser escritor era periodista, entrerriano y desaparecido. ¿Cómo podía ser que de alguien así recién me enterase el nombre? Porque para mí, como periodista en ese momento, como escritor que empezaba a ser entonces, y como entrerriano que venía siendo desde nacer, y además como desaparecido, como yo en ese momento [2001] me sentía, era alguien con quien podía tener mucho en común. Incluso habiendo leído mucho sobre el tema, siempre había sido un ausente su nombre. Por algo había estado ausente, por algo me encontraba con él de una forma tan rebuscada. 

Enseguida me cuenta que tuvo la sensación de que había una historia que reconstruir. Mangiante presentó su tesis en 2009. La misma consistió en la recuperación literaria de Tilo Wenner y en un análisis de esa obra. Además de una reconstrucción parcial de su vida. 
Respecto a su labor política, uno tiende a pensar en la figura del Militante. Sin embargo, Marcelo me hace algunas aclaraciones: “Liana, una de las hijas de Tilo Wenner, me dijo en algún momento: ‘Mi viejo no era un militante, porque un militante tiene la cabeza de 45 grados. Mi viejo era un intelectual, lo que equivale a tener una apertura mental de 180 grados’. No era alguien enrolable en alguna de las organizaciones tradicionales. No estuvo ni en Montoneros, ni el ERP... No puede caratulárselo ni de peronista ni de radical ni de comunista. Si algo fue Tilo Wenner ideológicamente hablando, yo diría que fue un anarquista o un libertario. Era un tipo que buscaba la libertad humana por sobre cualquier otra cosa. Y no aceptaba la disciplina de cualquier tipo de organización”.

-Tilo Wenner desaparece en marzo del ’76 en Belén de Escobar. En aquel entonces editaba el periódico El actual. ¿Cómo fue ese paso desde Galarza hasta allí?
-Él vive los primeros diez o doce años en Galarza. A principios de los cuarenta, su familia se muda a General Pirán. Un pueblo al sur de la provincia de Buenos Aires, parecido a Galarza. Todavía adolescente, se irá de allí a Buenos Aires, seguramente peleado con la familia. Como máximo habrá tenido dieciséis años cuando se va a Capital a terminar sus estudios secundarios. 

Allí intentará ingresar a medicina, cosa que no podrá hacer por un accidente ocurrido en General Pirán en el cual perdió el brazo izquierdo. Luego irá como oyente a clases de Filosofía y Letras de la UBA. “Imagino que allí se formó como el intelectual que después fue”, me dice Marcelo que, a cada rato frena un poco su charla para pensar. Pareciera que estuviera revisando nuevamente los hechos, las cosas, en que antes debe haber pensando y mucho. 
Entre aquellas clases, el acceso al alemán por su familia, y la presencia de libros en su casa, nace la figura de Tilo que fijaría su vida. Será finalmente decisivo su viaje a Francia en los años ’50. En pleno auge surrealista y de las vanguardias. Viajaría por Chile y Bolivia también. Cuando vuelva, va a comenzar a escribir.

-¿Cómo es la literatura de Wenner en rasgos generales?
-Una literatura que no se asemeja a la literatura social de la época. Lo que él hace es mucho más abstracto, más centrado en la forma que en el contenido. Va a ser una literatura de vanguardia, a su manera. 
Él formó parte de un movimiento de vanguardia que no fue un ‘ismo’ más en la larga lista de ‘ismos’. Era una vanguardia provocadora de las otras vanguardias. Tilo Wenner se pelea con el ícono máximo de los movimientos de vanguardia de la Argentina: Aldo Pellegrini. Era completamente provocador. Y su grupo seguía esa impronta. La historia de la literatura se construye con amigos adentro también. Algo que por ahí no se dice. Y Tilo era indomable. 

En 1964, comienza a editar el periódico El actual como medio de vida, ya instalado en Belén de Escobar. El periódico consiguió tener los suficientes suscriptores como para que cualquier cosa que dijera El actual pudiera provocar alguna reacción. Así se convierte en un periódico semanal que sale desde noviembre del ’64. El último día que salga este periódico será el 24 de marzo de 1976. Aquel día salió anunciando en primera plana el ataque que su imprenta recibe esa misma noche. Un ingreso con fusiles de un grupo paramilitar en la redacción (que a la vez era la casa) de Tilo. Él logrará escapar descolgándose por encima de la pared a la casa del vecino. Aquella noche lo salvó su perro que comenzó a ladrar antes del ingreso. La noche entera permaneció en la casa del vecino, para volver a primera hora para trabajar en aquella edición.  Dos días después, aún con miedo pero sin que oponga resistencia y fumando, se lo llevan a la comisaría. Desde entonces no se supo más de él. 
Uno no puede evitar preguntarse, ¿la ausencia de Tilo Wenner en la construcción de memoria más verticalista es por su carácter de poco maleable justamente? “Él primero fue un desaparecido en la literatura y luego un desaparecido político”, me dice mi entrevistado cuando le comento estas dudas. 
Y hasta aquí llego yo.  La última dictadura militar, entre otras cosas, clausuró lecturas. Pero la lectura de Tilo Wenner ya la habíamos clausurado nosotros como sociedad antes. Y sigue igual de cerrada. Las lecturas clausuradas nos hacen estar dormidos. Como en un poema que Calveyra escribe en forma de carta, donde dice al final: “¿Sabes? No me di cuenta que estaba triste hasta que canté.” El arte, entre otras muchas cosas, nos despierta. Marcelo, que ahora está con todo un hermoso proyecto editorial llamado “La gurisa cartonera”, que lo pueden encontrar mirando los libros de la Biblioteca Tilo Wenner, me dice que en este momento hay una especie de reaparición de su figura. Me dice que espera poder editar algún día la Obra completa de Tilo Wenner. Ojalá.


Kevin Jones,
para Barriletes (Mayo 2013)

El silencio de las sirenas / Franz Kafka



Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:
Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente.

Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas.

En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda canción.

Ulises (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él estaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas.

Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.

Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó.

La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.

martes, 7 de mayo de 2013


¿Por qué se guardan las cosas? 
Tanto trueno tanto rayo 
Las cosas que no se dicen 
se hacen flores de un pantano. 

La muerte no existe acá, 
todo esta vivo, presente. 
La memoria es asesina, 
da muerte a la misma muerte. 

Desembala la memoria 
que no hay cosa que no sirva. 
Te va a servir lo amarrado 
y lo que anda la deriva. 

¿Por qué no lloras un poco 
vos que vas bailando tanto? 
Llora bien, abrí los ojos 
y después seguí bailando. 

Podrán lloverte 100 siglos 
pero ni un segundo más. 
La desgracia es cuidadosa 
llega y se marcha puntual. 

No te pido que te amargues, 
me estás entendiendo mal. 
El apetito no es hambre 
y moverse no es bailar. 

Desembala la memoria 
que no hay cosa que no sirva. 
Te va a servir lo amarrado 
y lo que anda la deriva. 

¿Por qué no llorar un poco 
vos que vas a bailando tanto? 
Llora bien abrí los ojos 
y después seguí bailando.

Gabo Ferro.-