miércoles, 28 de noviembre de 2012

Lecturas íntimas y públicas de Zelarayán

Ricardo Zelarayán. ¿Les suena?
Zelarayán tiene todos los elementos para ser uno de esos 'poetas de culto', donde culto quiere decir casi siempre oculto. Y como es uno de esos poetas que se nombra de boca en boca y sobre los que poco se habla, elijo reproducir una lectura de Zelarayán más bien intima, en la intimidad que las situaciones de Taller pueden construir.

I
Zelarayán es un poeta entrerriano. Paranaense para ser precisos. Encontré la recopilación que hizo Argonauta de sus poemas, bajo el título de Ahora o nunca en la mesa de Novedades de la Biblioteca Popular. Él nació en el 1922 en esta ciudad, para morir en 2010 en Buenos Aires. Una provincia a la que se fue en su momento a estudiar medicina. Esos estudios que pronto abandonaría para andar por ahí redactando, escribiendo y traduciendo. Y nos importa tanto ese 'escribiendo'. Zelarayán escribió una poética única que se esconde muchas veces en los anaqueles. Por eso, tomé ese volumen  caro para el bolsillo del estudiante, y agradecí para mis adentros que la Biblioteca lo haya comprado. Con él en la mochila me fui a Buenos Aires esos días. Leí el que se dice es su poema esencial, La gran salina, por la mañana en un tren. Aún rebotan versos de esa lectura en mí.
En la esquina de la Facultad de Filosofia y Letras de la UBA hay una librería. Y afuera de esa librería hay una mesita. Y es en esa mesita donde hay toda una hilera de libros de la editorial artesanal Eloisa Cartonera. Ahí encontré Traveseando. Un libro, el mejor de su poesía dirá el poeta en cuestión, hecho en ese campo mil veces intervenido de la 'literatura infantil'.
Ya estaba decidido. El libro que me llevaría de recuerdo de ese viaje sería ese.

II
Traveseando, está hecho de varios textos breves que profundizan a medida que se lo lee su carácter poético. Podemos decir que hacen una incursión explicita en la fantasía  pero también debe decirse que practican lo poético de una manera peculiar. El libro se abre con la confesión de un paraguas, y pasa por preguntas tan hermosas como quien se moja más cuando llueve, si quien corre o quien va despacio.
Esa semana abría mi Taller de mediación de lectura en la Asociación Civil Barriletes, así que trabajé con los textos del libro. Cada integrante del Taller debía leer el texto que le había tocado, casi sin querer, con el azar como organizador, y luego hacer un pequeño acto de mediación entre esas palabras y otra persona. Sofia, de 21 años, dijo que se habia sentido niña nuevamente con esa lectura.
Mientras tanto tenía que sacar otro libro de la Biblioteca, así que solamente me detuve en otros poemas de Zelarayán contenidos en Ahora o nunca. Así me encontré con Una traza. No me llegó. Me molestaban esas largas ondulaciones de palabras, ese juego fonético. Dejé de leer. Me enojé.



III
Devolví el libro y me olvidé de su poema un rato. A las pocas semanas, me enteraría en la noche de un lunes que habían incendiado intencionalmente la Sala de Jardín de Infantes en que enseña una amiga. Con ella damos un Taller Literario Infantil. Intercambiamos lamentos por Facebook. No entendíamos nada.
Entonces, mientras trataba de dormir un rato después -después de haber hecho el Repudio, de habernos informado entre el resto de la gente del Gremio en que ambos militamos, de ver qué se podía hacer- pensé en esa falta de sentido de las cosas. Leía en esos días una serie de conferencias de Michèle Petit tituladas Lecturas: del espacio íntimo al espacio público, y sentí que la lectura podía construir sentido donde no lo había. Eso que esta francesa repetía tanto. En especial cuando daba el caso de la lectura en los hospitales: La lectura puede ser reparado cuando es plena.
Por eso ese viernes en el Taller infantil preparamos un "Cuaderno de lecturas", de lecturas para reparar, para construir sentido ante lo que sucedía.Fue armando ese Taller que me encontré de nuevo con los relatos de Traveseando.
Esa tarde, en el Taller, Candela (de ocho años) se enojó mucho con Zelarayán. "No entiendo esto, no sé que quiere decir", me decía mientras leíamos "Subir, bajar y otros sueños más" (Ese que empieza diciendo: El agua puede bajar por una escalera pero no puede subir, lo mismo que la pelota. La hormiga no sólo puede subir y bajar, por una escalera y por todas partes, e incluso caminar cabeza abajo.) Se trato de aprender a sentir y buscar significado donde aparentemente no lo hay. Al final logramos llegar a algún lado. Pero estaba visto que Zelarayán incomodaba y molestaba. Yo me había sentido cómodo con Traveseando pero no con aquel poema.

IV
Son las dos y media de la mañana. Con la notebook en el suelo termino de seleccionar los poemas para el Taller del jueves. Es el último encuentro del Taller de Mediación de lectura. Decidimos, varios encuentros atrás, que cerraríamos el Taller con nuevas lecturas, con la apertura de nuevos caminos por los que andar como lectores mediadores. Se me cruzó Zelarayán en la cabeza. No lo incluí. Ya era tarde, así que guardé el documento de word y me subí a la cama. Acaricie al chico con que salgo desde hace un tiempo. Me preguntó si ya había terminado, le dije que sí y nos preparamos para dormir.
Él se durmió antes que yo. Entonces me quedé despierto, e inevitablemente pensando en él y en esa situación. Así fue que me levanté de golpe y fui a la computadora. Puse en Google el nombre del poema de Zelarayán -Una traza- y enseguida lo encontré. Entonces leí, nuevamente. Y entonces entendí el poema de Zelarayán en cuanto entendí el mundo que en ese momento vivía. En cuanto comprendí que la mirada de aquel chico era sólo un recuerdo hasta mañana...


Las trizas no se ven.
¡Oh gran sorda al viento!
El viento hace trizas el tiempo.
El día se ha vuelto oscuro
para volverse a aclarar,
para ser otro día.
Mi larga espera no puede ser siempre.
El amor tiene que estar aquí...
no a cien leguas a la redonda.
El gallo despierta,
el pájaro doméstico del canto de la
madrugada.
Mis ojos comienzan a licuarse en contacto
con la luz.
Pero la llamarada sin estrépito del corazón
no despierta a los vecinos.
Ella (es decir vos) ya duerme
pero yo sigo despierto.
Ella dejó todo para mañana.
Es hora, me dijo.
Yo me he quedado como pez fuera del agua
de su mirada...
Feliz de vos (de ella),
por Dios te (me) oiga,
porque yo no estoy tan seguro
de hasta mañana.
Hay una gran diferencia
entre el soñador y el dormido/a
Entre los pájaros que duermen
y el gallo, cantor del alba.
Entre sus ojos cerrados
y mis ojos abiertos.
Todos están afuera (aunque duerman),
todos se han ido
hasta mañana.
Los que duermen han cerrado su sueño
con siete llaves
hasta mañana.
Los insomnes de amor y los otros
se quedan,
esperan.
Y yo visito una fábrica de encendedores
perdidos.
(Hoy no sólo se fabrican objetos para tener
sino también
objetos para perder.)
Pero los encendedores perdidos
no hablan con los paraguas perdidos.
Y yo me voy, pájaro negro,
con el paraguas infinito de la noche
acribillado por tus miradas,
por el recuerdo de tus miradas.
La madrugada es dura
como el pan del olvido.
Tu mirada es sólo un recuerdo
hasta mañana

martes, 20 de noviembre de 2012

para hacer ese té gasté el último fosforó


de la caja que compré al llegar a Paraná
en febrero

yo había acabado
pero él no

me dijo que no había problema
que ya estaba encantado

insistió en besar mi cuello
así que le dejé

estuvimos así un rato
acostados como si
de repente
fueramos amigos

desde algún lugar le dije
por cam parecías más alto
y enseguida
sabes
no debo faltar a la hospitalidad

¿quieres un té?

ambos tomamos nuestras tazas en el suelo

mientras lo hacía
le pregunté desde la cocina
con el agua ya hervida

-No entiendo por qué viniste si sabías que nada pasaría.

-Vine para confirmar que existís.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Tradición de domadores - Por Kevin

Dicen que dicen muchas cosas.
Muchas dicen, por ejemplo, que algo tuvo que ver el zorro con las nubes o que los elefantes sueñan. Y dicen también que entre los domadores hay un tradición.
                                                          para                  
                                                               ¿qué  es una tradición?
                                                                                    dicen que es como un ritual

Pero para hablar sobre ello debemos decir que domar no es lo mismo que domesticar. Y que se puede domar y domesticar de formas muy feas. Ahora, ¿domar puede ser bueno?
                                                               yo creo que capaz que no

De todas formas, dicen que la tradición de los domadores es cada año establecer una competencia. Se proponen entre sí ese año domar al ser más indomable que se haya visto. Y aquel que lo doma ostenta el titulo de Gran Domador.
Este año, dicen, se propusieron domar a la más libre de todas las mariposas.
Pero la mariposa les gana por lejos con su vuelo veloz y voz de flauta.



En el intento por domarla, los cazadores han tenido que aprender a volar. Y ya vuelan con la suavidad de ella.
Han tenido que aprender a oler las flores para distinguir cuanto rato ella se ha quedado posada en una margarita o azucena. Y ya saben los olores del sauce al amanecer que es muy distinto al atardecer.

Ellos allí van, queriendo domarla. Pero nadie les ha contado de la tradición de las mariposas. ¿Qué tienen una tradición? Pues claro: domar a los cazadores que quieren domarlas haciendolos cada días menos cazadores y más mariposas.

Este relato fue realizado en el Taller de Mediación de Lectura

Del este lado del río - Por Milena Frank

Yo jugaba en mi casita de cartón a que vivía en mi castillo, con siete alcobas (una para cada uno de mis hermanos) y la alcoba real (para mis padres). Mi habitación solo la imaginaba con un balcón pintado de azul, porque así reflejaba el río. El living de invitados tendría un sofá grande, muy muy largo, así los que me visitaban tendrían que sentarse cerca mío. Ah, y eso sí, nada de tele, no me gusta que se queden como bodoques delante de una cosa y no me escuchen, por algo los dejo entrar a mi castillo. La cocina tendría siete mesadas, una para cada uno de mis hermanos, así cada uno puede moldear su torta de barro y no nos peleamos por el pupitre que papá le regaló a mamá para cocinar. También me creía que era una princesa y me pasaba las horas andando en bote, paseando por la lujosa costanera o estudiando francés.
Ahora que estoy acá, después de treinta años, en un castillo enorme no es como en mis juegos con cajas de cartón cuando me sentaba en el barro con los dedos acariciando las mojarras y miraba del otro lado del rio. Sí, justo enfrenté veía ese castillo que les conté al principio. Y claro, yo era gurisa, vivía en una choza de chapa, cañas, madera y otras cosas que podíamos encontrar.
Era obvio lo que soñaba, lógico, esperado. Y sin embargo, estoy acá, en este momento vivo en ese castillo, de este lado del río, donde todo parece magnifico para una niña como lo fui yo.
Pero no, el río me engañó como el astuto Odiseo al gran Cíclope, me reflejó la realidad perfecta en donde yo era princesa, pero no fue más que eso, un reflejo.
Ahora, mientras friego y refriego las siete mesadas del enorme castillo rememoro todo ese juego de niña ingenua y una lágrima da saltitos por mi curtida mejillas, pero a la vez sonrío, de este lado del río...

Este cuento fue realizado en el Taller de Mediación de Lectura

La noche del elefante - Por Sofia Clara Cassera

Había una vez un elefante llamado Edgar que le gustaba contemplar la luna. Siempre soñaba con bajarla para jugar a la pelota.
Vivía en un lugar donde muchos animales de otras especies habitaban, entre ellos, su mejor amigo que erra un pájaro carpintero y se llamaba Rolando.
Un día, Edgar fue a la casa de Rolando a visitarlo, un casita muy pequeña como un panal. Cuando espió por el orificio vio que el pájaro carpintero estaba haciendo una pequeña escalero puesto que sus padres le habían regalado una camita cuyo sostén estaba más alejando que de costumbre.
A Rolando le encantaba hacer muebles de madera como a su padre, pero también le gustaba revolotear alrededor de su amigo el elefante para jugar, así que dejó lo que estaba haciendo y salió de su casita para pasar tiempo con Edgar.
El elefante se había asombrado por la escalera que estaba construyendo su amigo y le preguntó sí se animaría a construir una escalera muchísimo más grande con su ayuda para que pudiera alcanzar la luna, así bajarla y jugar juntos a la pelota. Rolando con gusto dijo que lo ayudaría y esa misma tarde pusieron manos a la obra.
Juntaron troncos de aquí y de allá, buscaron un martillo y muchos clavos de la casa de Rolando y comenzaron a construir la escalera.
Cuando las luna comenzó a asomarse, Edgar se entusiasmó, pues sólo faltaba colocar el último peldaño.
Una vez terminada la larga escalera, Edgar no pudo esperar más y la apoyó en una nube que se encontraba cerca de la luna: subió por ella cargando algunas estrellas que flotaban por el cielo; llegó hasta la luna; la tomó felizmente con su trompa y lleno de felicidad la bajó para cumplir su sueño. La luna fue suya por una noche,
Así fue como esa noche, se convirtió en la noche del elefante.

Este cuento fue realizado en el Taller de Mediacion de Lectura.-


El deseo de escribir como acto de magia. Gustavo Roldan. - Por Suny Gómez


“Sólo con mencionar esa palabra, deseo,
brota incontenible su complemento.
“deseo de qué” y, por otra parte,
“deseo de quién”. 
(Los grados de la escritura, Noé Jitrik)
¿Por acá? Si, por acá.
Dicen los memoriosos que Gustavo Roldán fue profesor de Literatura Hispanoamericana en el Profesorado en Letras en Bell Ville, puesto que sostuvo hasta 1976, que se formó como Adscripto a la Cátedra de Literatura Hispanoamericana entre 1961-62 para luego ejercer en el puesto de Jefe de Trabajos Prácticos en Literatura Argentina en 1965 y entre 1973 y 1975.
El hecho de que se graduase en Letras en 1961convoca un pensamiento felizmente inquietante  -a la vez ojo avizor-: pareciera, visto desde el ahora, la década en que todo estaba por hacerse, por venir.
Lucía Robledo recuerda de esa época la revista “Trabajo”, una de las tantas publicaciones que merecen ser recuperadas para encontrar el camino -las filiaciones: de quiénes son hijas las ideas- del presente. Junto a Laura Devetach participó también del Movimiento Canto Popular, reflexionando con todos sobre lo popular, cómo las letras de las canciones comunicaban poéticamente y cuáles eran las representaciones que convocaban.
Su paso por la Facultad, en esos años de cal y arena, así como su participación en el Centro de Estudiantes, es un motivo más para recordarlo desde los vínculos que  sostienen la historia universitaria. La vida académica como la novela de formación que deberíamos saber contar, esa experiencia de convivencia, libertad de ideas, colaboración.*
Los años de plomo empujaron a su familia a vivir en Buenos Aires. Salieron de una ciudad que se les había vuelto irrespirable, en un régimen dictatorial que prohibía la imaginación y les colocaba un falcon verde en la vereda, observándolos.
“Y así pasaron los años. Muchos.
A veces había noticias de los unos para los otros.
A veces algún encuentro los llenaba de alegría y de tristeza”
(Un monte para vivir)

Bisagras
Gustavo Roldán fue carpintero. De los que hacen mesas, armarios y bibliotecas.
En un momento de su vida la escritura se incluye como el huequito para la bisagra en una puerta. Deviene en uno de los mayores escritores de literatura para la infancia de este país y de Latinoamérica. Un buen día comienza a ocupar bibliotecas con sus libros para los niños y niñas, con la pasión siempre encendida de ser poeta “de grandes”.
Él mismo narra, en una breve autobiografía en la revista especializada Imaginaria, lo que significó partir de Fortín Lavalle al pueblo, a la escuela y a la librería de Don Molina, donde aprendió a elegir qué leer. Pero poco se sabe de los años ochenta, en el final de la dictadura, en que sus cuentos comienzan a aparecer sueltos en 1982. Pronto se conocerá que integraban un proyecto que vería la luz en la primavera democrática.
De estas bisagras impensadas en el panorama literario argentino, quizá la más sólida sea la que instaló en los años “fundacionales” de la literatura infantil contemporánea, aquella que se abre con el surgimiento de las editoriales especializadas que salían del marco de los manuales escolares.
A mediados de  los ochenta surgen sus obras más recordadas, aquellas en que la infancia cambia las cosas (El monte era una fiesta, Como si el ruido pudiera molestar), o aquellas en que la lucidez de los animales del monte resignifica los días, las vuelve cercanas y las interpela. Un libro paradigmático: Historia de Pajarito Remendado, en que el aguilucho se lo lleva agarrado del pico para dárselo de comer a los pichones. Los pájaros van dando el alerta, se reúnen en un “árbol lleno de gritos”, de “meteretes” que interpelan al rapaz. Dando vuelta la lógica del poder, su héroe (cuál va a ser) consigue liberarse y escapar “un poco muerto de miedo, pero un mucho muerto de risa”.
Este cuento marca la vetas de las maderas en la obra de Gsutavo: el poder de la resistencia y del convencimiento (¿leyeron Foucault los bichos del monte?), el conocimiento del mundo que viene de afuera (el otro, lo diferente, alguien como uno que está en alguna parte, una especie de comunidad imaginaria que Sapo en Buenos Aires deja leer; el dragón que la princesa atrapa en la torre más alta dejándole ver las puntillas de sus calzones ( Cuento con Dragón y Princesa), el miedo como un sonido que hace temblar la tierra pero que se vence respirando hondo y soplando fuerte (“El tamaño del miedo”, en Como si el ruido pudiera molestar). Vieran cómo se va yendo, solito. Habrá tenido miedos Don Gustavo, seguro que sí, pero sopló y sopló.
El personaje del sapo, recorre tópicos de la cultura argentina: quiénes somos, cómo llegamos a conocer el mundo, la picardía, el juego de los cautos. Don Sapo tiene la palabra reveladora que nos deja pensando, percibiendo cómo se nos cambia la perspectiva. ¡Y cuántas cosas sabe el sapo!
¡Añamembuí!
Los títulos de las obras de Gustavo se suceden a la par de los acontecimientos de una industria cultural desordenada y aguilucha: las reediciones de los libros de colecciones que él mismo dirigió dejan de cuidar el resguardo de los derechos de autor por decisión de los dueños de la editorial. Gustavo muta en abogado de los brujos escritores que comienzan su lucha por ser reconocidos en la justa medida del talento y de la creatividad, con el mejor testigo que se puede tener delante: la infancia.
¡Niños y niñas críticos, especialistas si los hay!.
Es importante señalar esto para reunir las cartas sobre la mesa: la literatura infantil y juvenil argentina aún tiene cuentas pendientes, espacios para llegar, escuchas a la espera. Gustavo nos estaba acompañando, en la defensa del derecho a ser leído con reconocimiento profesional al trabajo de escribir, cumpliendo a rajatabla la ley consuetudinaria en la cual la palabra dada al escritor equivale a un proyecto cumplido con que se promueve la lectura.
Poesía
Un “Dragón”, reeditado de acá a la luna, nos dice que también de poesía está hecho el mundo y que la tinta china sobre papel (Scaffatti poeta del pincel) deja trazos indelebles en el corazón. Su gentileza: cruzar la frontera de los géneros literarios, correrla un poco más acá de cada lado -palabra e imagen- y habilitar un espacio de lectura teñido por el contraste que somos. Euforia y disforia, bendición y maldición en que la palabra proferida hace memoria, se convierte en esa “slovo” que señalaba nuestro Mijail Bajtin: palabra que resuena, dialogante siempre y a la vez interpeladota del lenguaje común, de diccionario.
Uno lee todo de nuevo tras un encuentro con el Dragón. ¡Y no nos vengan con que los dragones no existen! Nos olvidamos de mirarnos al espejo, eso nos pasa.
La entonación es de lo más bonito, la que más suena. Pero la metáfora ofrece una experiencia única, la de mirada extrañada -los dijeron los formalistas rusos: ver las cosas como por primera vez- a través de una gota de agua que aclara la superficie de la vida cotidiana.
Dos libros de poesía, editados en Córdoba por supuesto, por los amigos, sacan punta a un lápiz de otro color: La balada del Aullador y Bajo el burlón mirar de las estrellas,. Es poco conocida la obra poética de Gustavo, reservada a los “adultos” por alguna misteriosa razón que no alcanzamos a preguntarle. Las tapas negras de los libros en la editorial Argos, acompañan un tono que diríamos, suena grave por sus temas y amoroso por su destinación. La distancia entre los géneros se transita en un cambio de imágenes: duele a veces, ilumina las más. Se podría filosofar su poesía, es tan simple de tan compleja.
Deseos
Tallerista, ensayista, poeta, jurado de concursos literarios (La Habana, en el Premio Casa de las Américas en 1989) y mago.
La lista interminable lista de sus obras, algunas por editarse todavía, aparecen como de una galera invisible, una tras otra salen volando por encima de las cabezas de los chicos y chicas de habla hispana. Es que el deseo de escribir mueve y amplifica. ¿Será por eso que quiso aprender magia, un buen día de aquellos, con pañuelos, pelotitas de colores y monedas que salían de la solapa, la oreja? Sí, tan difícil como seguirle el paso ala Laura, su esposa y su gran amiga. Laura laureada con el Honoris Causa, que también le dimos (en bajísimo perfil, como se dice, que no se supiera porque es trampa) a él, el mismo día, a la misma hora con la misma pizza del festejo.
Porque dificultades gozosas tiene la vida, los años relucientes de hijos en el mismo tren a la misma selva de los libros, los viajes, los Planes de Lectura, las ediciones fuera del país y la expectativa de sus lectores para verlo en persona, oír su voz  narrar él mismo sus cuentos.
Hay un recuerdo -la madre de todos los recuerdos que es el relato- de tiempos en que la escucha marcaba las horas, la repetición de las historias contadas tras la jornada. Por eso quizá nos mueva la ilusión de que las cosas pasan para que podamos narrarlas en voz alta, en la oralidad multiplicadora.
Cuando se habla del deseo de escribir, como el de hablar y signar de cualquier manera la experiencia, se dice que no somos nosotros quienes hablamos. Somos hablados por esos signos, nos hacen vivir lo que decimos.
Es el deseo de llegar a ese momento imposible por lo relativo del lenguaje que no alcanza y por eso el cuento debe ser contado una y otra vez, vuelto a leer, nuevamente escuchado. Deseo  de escribir como inestabilidad necesaria y creadora.


Cosmos de significación


¿A quién se le ocurre en esta época de naves espaciales
escribir cuentos con animales?
Bueno, a mí se me ocurre. De tanto mirar para arriba
uno a veces se olvida de mirar lo que tiene al lado, y entonces
todos salimos perdiendo.
Yo me crie en el monte chaqueño, allá en lo alto del mapa,
cerca del río Bermejo, y aprendí a jugar con los animales, y
a conocerlos y a quererlos. Vale la pena, porque, como dice algunos
de los amigos del sapo, “el que no nos conoce no sabe lo que
se pierde”.
Entonces el mundo era ancho y todo mío. Después se fue haciendo cada vez más ajeno,
pero la hora de las siestas secretas en el monte, o los árboles trepados para mirar de cerca
los nidos de los pájaros, o el juego de las nubes que cambian de forma cuando uno las mira… todo eso, nadie me lo puede quitar.
Gustavo Roldán

Hemos hablado mucho sobre la literatura como constructora de mundos. Y sobre las ocasiones como aquellos encuentros que ‘hinchan de significaciones el instante’. Nos toca sentir entonces, ahora, lo que sucede cuando la lectura de un autor nos hace entrar en un cosmos de significación peculiar, particular, nuevo. Y que, sobre todo, hace que nuestro mundo sea mas ancho.
La actitud de seguir a un autor implica reconocer temas que se repiten, características que son recurrentes. En el entendimiento de las repeticiones de ese mundo, entendemos parte de la lógica de la Literatura. En la mediación de lectura, podemos decir que resulta importante el rol que como ‘mayores’ podemos tener ante los chicos ofreciendo una obra. Haciendo en nuestro Taller una Serie, mediante la cual puedan adentrarse en un autor, y en el conocimiento de ese autor en la Literatura.
Como nosotros lo que estudiamos son experiencias, y de allí sacamos nuestro saber sobre la mediación, me parece correcto que estudiemos una experiencia al respecto.
Una maestra narra que en 2003 comenzó un recorrido literario con sus niños sobre la obra de un autor. Se trata del mismo que nos acompañará durante este tramo de trabajo: Gustavo Roldán. [1]
La docente propuso el proyecto a los niños y, ante su entusiasmo, proyectaron juntos la tarea. Como primer actividad se armó una mesa de libros. Allí hubo primeros contactos, exploración, observación. El momento propició primeras lecturas, rápidas o intensivas, individuales o de a dos. Esto es algo que surge en el momento, y luego se plantea una ronda para intercambiar opiniones. La docente entonces cumple su rol de mediadora e informa datos sobre el autor, responde dudas, guía el intercambio.
A continuación, la docente instaura una hora del cuento en la que se lee un cuento del autor en voz alta. Esto es importante, así que hagamos un paréntesis aquí. La palabra atravesada por la voz tiene siempre textura y color. En el caso de la obra de Roldán hay un interés manifiesto en recuperar la oralidad en la literatura. Al respecto, dice Susana Itzcovich:

Gustavo Roldán recupera la oralidad dormida de nuestra tierra, a través de cuentos con animales, en historias sin armaduras exteriores.
En su búsqueda de recuperación, reelabora relatos populares y otros de su propio imaginario, imprimiendo a sus personajes ciertos valores prototípicos de la otra cultura, la no oficial. Por eso aparecen todos los animales que conocen los chicos del campo, del monte y algunos de la ciudad: el zorro, el sapo, el tatú, el coatí, la paloma y los pequeños bichos colorados, pulgas y piojos también. Donde se detiene con mayor placer es en ese "sapo" imaginero y fabulador, inventor de historias de Reyes Magos, de peleas inverosímiles, de picardías salvadoras y de explicaciones de los seres y las cosas. Ese sapo, en Buenos Aires, aparece con el distanciamiento del de afuera, que tiene la posibilidad de mirar con su óptica y paralelizar críticamente la vida de la ciudad y del monte.
Dentro de ese mundo de animales, aparecen las temáticas de la sociedad toda: la muerte, como parte de la vida, después de haber jugado, peleado y amado (Como si el ruido pudiera molestar); el monte, como hábitat natural, seductor y peligroso (El monte era una fiesta); el amor (Piojo chamamecero), entre otros.[2]

Así es que debemos ser astutos en tanto mediadores y darnos cuenta de este guiño por parte del autor y capitalizarlo en el lenguaje oral y en recuperar un espacio perdido. Se sabe que resulta difícil llegar a la ronda en que se lee un cuento, pero veámoslo como un espacio que debemos conquistar. Ese lugar lo hemos perdido, así que debemos regresar para conquistarlo y defenderlo, resistir, dar batalla. Hemos perdido el silencio, construyámoslo.
Hay en esta experiencia un interés particular de la maestra por crear un clima propicio. Veamos estrategias: Coloca un cartel en la puerta anunciado que adentro se estaba dando un encuentro intimo, muestra los libros, visualiza elementos paratextuales, lee una ‘carta a los lectores’ de Roldán. Si se crea un clima propicio se permite disfrutar del ida y vuelta de leer un cuento.
Luego de la lectura se abría el espacio de intercambio de opiniones.
La experiencia continuo, y devino en la creación de una biblioteca en el aula, creación de reseñas de los libros de Roldán y una profundización en la obra del autor. Pero esta experiencia nace de aquel momento de ronda. Por tanto me parece propició que nuestro encuentro de la semana que viene se abra con una ronda y la lectura de un cuento.
Pero antes, me permito dejar aquí alguna que otra cosa sobre Roldán para acercarnos a él.



Fragmento de la entrevista a Roldán por Susana Itzcovich:

-En una entrevista usted dijo que los animales pueden decir cosas que a los personajes humanos no se les permite. ¿A qué cosas se refería?
Estos personajes tienen más permisos. Vivimos en un mundo lleno de prohibiciones, con demasiadas limitaciones sobre lo que se puede o no hacer, lo que se puede o no decir. Y de pronto, un piojo, un sapo, un coatí, escapan a la censura y marcan una distancia que me es muy útil para quebrar lo prohibido. Demasiadas
cosas están prohibidas...

-¿Cuáles son los temas tabúes en la literatura infantil?
El sexo, la muerte, las malas palabras, los grandes temas que les interesan a los chicos, ...la política. Vivimos en un mundo de políticos perversos que aparecen todos los días en los diarios y de eso nadie habla con los chicos.

-¿Aún en democracia hay cosas que no se pueden decir?
¿Hay democracia en un mundo en el que un grupo minoritario es dueño de todo el poder y la riqueza y los pobres son cada vez más?
Eso no es democracia. Seguir llamándonos país democrático es una mentira total y a los chicos se les enseña en las escuelas que nuestro país es un país democrático...

-¿Hay censura?
La censura se ejercita de maneras muy perversas, porque está oculta. Un libro que queda en el cajón de un escritorio y no puede ser ni visto ni leído por ningún niño, no existe. A lo mejor las autoridades de la escuela lo compraron por error y encontraron en él una palabra que no les gustó y lo esconden.
Y esa censura es mucho más grave que la censura pública, porque una prohibición abierta permite una reacción y aquí no se prohíbe nada sino que se esconde. Y frente lo oculto no hay defensa posible.

 Apunte para el Quinto encuentro de Mediacion de Lectura (Octubre 2012)
Biblioteca Esos Otros Mundos - Barriletes


El texto que acompaña este apunte, lo publicamos acá.




[1] Esta experiencia puede ser leída en su versión on-line en: http://www.jitanjafora.org.ar/04paione.pdf (Visto el 3 de noviembre/2012)
[2] Itzcovich, Susana Recuperar la oralidad perdida en http://www.imaginaria.com.ar/02/3/roldan3.htm (Visto el 3 de noviembre/2012)

martes, 13 de noviembre de 2012

Pensar la situación de nuestras ocasiones

Hay un libro que yo tuve y que volví a encontrar aquí
(en la biblioteca municipal), lo cual me dio mucho gusto.
Está un poco estropeado pero al tocarlo sentí algo extraño.
Hay recuerdos que se pierden pero con los que uno vuelve a
encontrarse al tocar algún objeto. Lo que reencontré fue
en primer lugar el placer de volverme a ver más o menos
tal como fui cuando era niño, y no tengo fotos mías. Pero era
aún más emotivo que una foto, me parece. Es como encontrar algo
también como una referencia. Una experiencia, un rastro en un
momento del camino. Uno siente una sensación agradable, pero dentro de uno
se siente algo más fuerte aún, y es el ser dueño de su destino. 
Rhida



Rhida es un joven, citado por Michéle Petit en Nuevos acercamientos a la lectura y a los jóvenes. A partir de su experiencia de lectura, la investigadora francesa explica los diferentes registros en que se produce una ‘lectura plena’. Una experiencia de lectura plena, como la de Rhida, debe llegar a ese punto de flexión en la subjetividad del sujeto.
Pero no es por eso que traigo a colación esta cita. Sino por cómo se nota en esa experiencia la incidencia de la situación de lectura. Es decir, hubo cuerpos concretos que intervinieron allí. El libro es un cuerpo con el que nos encontramos. Por eso, hasta se modifica la forma en que recordamos el encuentro con esos cuerpos y la memoria visual y emotiva que de ellos tenemos. Por eso, me parece bien inaugurar este apunte dedicado a pensar la situación de nuestras ocasiones, con las primeras experiencias de lectura de Milena y Sofía narradas por ellas mismas. Narrar un recuerdo siempre implica tomar una distancia para con uno mismo, por eso analicemos de qué manera esto sucede.

Cuando la conocí:
He naufragado en cada isla a bordo del barco de esa mujer. Pero obviamente, el primero nunca se olvida; algo así como el primer beso. Cuando me alisté como tripulante tenía 4 años (no estoy muy segura) y zarpamos desde la “cama grande”.
El Capitán era otra mujer, mi mamá y me condujo navegando en aguas tibias y cristalinas hacia la isla de “Los hijos del Capitán Grant”.
Cada noche me internaba en ella, a que a su vez me hacía navegar de la navegación, pero en bote, porque esa isla tenía muchos ríos.
Fue así cómo sucedió mi primer naufragio, pero no duró mucho porque enseguida la dueña del barco me rescató y a 75 nudos partimos hacia otras islas, totalmente salvajes a la espera de que yo las domestique.
Milena
En ambos casos, preguntémonos quién oficia de mediador y de que manera.  

Esta hoja en blanco, llenarla con la experiencia de mi primer libro o aquel libro que fuel que abrió mis alas para aprender a volar. Cómo no recordarlo. Aunque detesto tener que escribirlo y forzar mi mente perezosa para que acumule todos los recuerdos posibles de aquella SITUACIÓN que se presentó en mi vida de una manera tan peculiar. Tuve aquella persona que sin pedir nada a cambio medió entre el libro y yo. Esa mediadora casamentera fue mi profesora de Literatura de la secundaria, Susana. Ella fue la que me incentivaba todo el tiempo a que me acerque a la literatura, a que conozca aquel mundo donde, absolutamente todo es posible. Ella fue la que me dijo: “tenés que leer el mundo de Sofía” con su manera tan peculiar de mediar. Pero no me arrepiento de haber acatado aquella exortación. Fue ese libro el que me elevó el alma en aquel momento donde mi vida era regida por esa bestia banal que se hace llamar superficialidad. (…)
Sofía

Esto nos permite pensar que, si bien toda ocasión establece otro tiempo y otro espacio, debe partir de un territorio. O, más bien, establece sin querer queriendo un dialogo con ese territorio. ¿Podemos pensar igual a Santa Fe luego de leer a Saer? ¿Estamos en el tiempo y espacio de nuestra tarde mientras leemos a Saer? Seguramente no, pero ¿ese otro tiempo y ese otro espacio aparecen sin más y no dejan huella en el tiempo y espacio que habito?
La literatura hincha de significaciones el mundo, hemos dicho. Entonces, hace que quepan más mundos en nuestro mundo. Y por tanto, genera un diálogo entre esos mundos. De aquí que no sea inocente el deber pensar que las Ocasiones se dan en una Situación. Y que en este caso, ninguno de nosotros ha elegido inocentemente las situaciones donde producir ocasiones.

Abierto esta otra arista de nuestro trabajo, preguntémonos ahora por las situaciones que hemos elegido. Lo que resta del apunte es entonces la producción colectiva sobre los proyectos de mediación que llevaremos a cabo.

¿Qué espero realizar con el Taller?

-Tengo la esperanza de poder un espacio diferente a los chicos: un espacio en donde no importe qué hicieron, sino que importe quienes son. Poder lograr que, a partir de la mediación, puedan empezar a construir una visión del mundo rompiendo todo prejuicio por el cual se mantengan lejos de la Literatura.
No pido más que solo dejar a ellos libertad que la Literatura trae de la mano.

-Me cuesta decir qué espero, porque siempre soy de esperar muchas cosas. Pero sencillamente lo que anhelo es poder construir ese puente que dijimos era la mediación de lectura. Un puente entre ellos y la poesía, con toda la carga que supone esta palabra. Esto, planteando solo cuatro encuentros en los que consistirá el Taller, en una o dos horas extraclase, parece difícil de lograr, tal vez una utopía. Pero yo no lo pienso así, lograr que los chicos que asistan al Taller puedan expresarse/palabras-identificarse-ficción, ya es el cimiento de nuestro puente. Entonces eso es lo que espero: que los chicos puedan crear sus mundos en esta “hora libre” que les llevo como propuesta.

-No sé si llegaré a constituir un espacio de Taller. Pero si quiero al menos crear un espacio de lectura libre, que invite a la lectura autónoma y libre. Ya que la lectura es una fuerte herramienta en la lucha contra la exclusión, y ayuda a reconstruir la subjetividad de la persona ante el mundo. Y cuando se habla de ‘gente en situación de calle’ parece haber mucho de lo que lamentarse, pero poco por hacer. Creo que la lectura puede hacer algo en ese contexto, y por eso la llevo allí. Que la persona logre encontrarse a través de la ficción, eso ya sería único.




¿Cómo presentaré el Taller ante quienes participaran de él? ¿Por qué?

-Lo voy a presentar como un Taller literario en donde vamos a poder jugar y ser libres por un rato, olvidándonos de las cosas que no nos gustan y viajar hacia cada uno quiera. Luego les preguntaría si alguna vez fueron a participar de un taller literario y qué piensan que vamos a hacer.

-Lo presentaría como una charla, como una ronda, como un encuentro. Me ahorraría los términos espacio y taller. Porque el término ronda me parece más poderoso en ese contexto. Además, da lugar a seguir construyendo después de presentada la actividad. La informalidad da lugar a que las acciones se puedan flexionar según el grupo lo desee.

-Respecto a cómo presentarles el trabajo, lo pienso plantear como un espacio en el cual el que tenga ganas puede participar. Quiero presentarlo como “zona liberada” para dejar fluir la imaginación y tratar de crear esa zona liberada a partir de darnos el lujo de pensar como niños otra vez, dejando de lado toda limitación o barrera impuesta ya sea por externos como por ellos mismos. La causa es que quiero abstraerlos de su realidad para que, por medio de la palabra, logre mostrarles otro modo de ver las cosas.

¿Qué dificultades suponen encontrar?

-Las dificultades pueden ser los conflictos entre los chicos, el desinterés total por el taller y la intromisión de las autoridades del lugar.

-Que no se pueda llevar a cabo la lectura. No ser lo suficientemente dinámica para pararme frente al Taller. El tiempo.

-El miedo a la lectura. La creencia de que pertenece a determinadas circunstancias sociales. Creo que será este el mayor obstáculo. 

 Apunte para el Cuarto encuentro de Mediacion de Lectura (Octubre 2012)
Biblioteca Esos Otros Mundos - Barriletes

sábado, 10 de noviembre de 2012

el problema son los cuerpos

la pregunta es
si uno puede amar a un gordo o no

porque a veces
cuando es ahora por ejemplo
parece que la felicidad estara siempre
en un cuerpo esbelto

y  de repente
te encuentras con otros cuerpos
que habitan tu sabana con el mismo rigor

es de noche y como siempre
no sabes qué carajo hacer
y lo de ese chico se te esta llendo de las manos
si hasta parecen una pareja
y eso te da miedo

igual
seamos sinceros
en el fondo te molesta que sea gordo
a vos
tan libre tan vos
a vos te molesta

sin embargo es de noche
te cansaste de discutir con tu madre
y chatear en el vacío tratando de olvidar todo

escuchas la lluvia y decis que siempre se puede dormir
evadir escapar dormir
entonces te das cuenta que son las tres de la mañana
que tienes un mensaje de él
que dice
dormis?

te alivias
respiras
y por primera vez en todo el puto dia te sentis bien

y te das cuenta que si,
que el problema son los cuerpos
pero no importa
que sus signos de pregunta te dan respiros
te dan aire

que si
que tu primera vez puede ser con él

sábado, 3 de noviembre de 2012

¿Hasta donde se puede construir el relato?

Les cuento una historia. Quizás la historia seguiense de la semana. Yo soy de un pueblo entrerriano al que vuelvo cada semana a dar un Taller sobre Literatura Infantil: Seguí. Esta semana sucedió que un inspector de transito municipal salió de su casa, se dio cuenta que no tenía casco y se multó a sí mismo. El hecho, vaya uno a saber cómo, se convirtió en la noticia mas interesante para ser difundida en Pagina/12 como una de sus 'curiosidades' de Tapa, tuviera una nota en TN, fuera causa de bromas por el mismo Pettinato y se difundiera por Facebook cual pólvora. Anoche, mientras comía con mis amigos les decía que me parece un poco inentendible este juego. Es decir, los comentarios de 'ciudadanos ejemplar', 'un pueblo donde se hacen las cosas bien' o 'así de justos somos los entrerrianos'. Digo, hasta la semana pasada todos sabíamos y nos quejábamos de que las multas no son justas para todos. Todos decíamos que tal o cual puede andar en cuatri sin problema, mientras que a aquel lo multan enseguida. Y ahora todos, con mayor o menor esquizofrenia  jugamos a la inspección de transito ejemplar.
Se construyó, de alguna manera, un relato. Si bien este caso, por tocar en algún punto el realismo mágico, me sorprende y llama la atención sobre esta cuestión no es algo novedoso en mi pueblo la construcción de relatos. Aquí las historias no valen por como sucedieron, sino por como son contadas. Y en ese contarlas hay un profundo juicio de valor colectivo. Juicio de valor que va desde el hecho de que si una mujer es linda lo debe cuernear al marido hasta decir junto a la noticia del asesinato de una persona que era abiertamente homosexual 'el tenía lo suyo pero no era para que terminara así'.
Allí el relato está, pero está la realidad también: Un asesinato. A ver, que Chosmky me ayude un rato. El decía en un textito que leí para rendir Linguistica General que había dos problemas que le apasionaban. Uno era el problema de Platón, sobre la pobreza de estímulos (¿Cómo sabemos tanto teniendo tan pocos estimulos?) y el otro, que era a su juicio más importante, era el problema de Orwell. En sus palabras, este problema presentado en la novela 1984 del genial inglés, se puede resumir como: la capacidad de los sistemas totalitarios para inculcar creencias que son firmemente sostenidas y muy difundidas, aunque carecen por completo de fundamento y a menudo contrarían francamente los hechos obvios del mundo circundante.
Hay ahí entonces un problema. Ahora bien, traigamos ese problema que vi en mi pueblo y que me hizo acordar a Chosmky, para pensar en un hecho: El presupuesto 2013.

Cuando empezamos a hablar de 'el relato':
Es un hecho evidente, y aceptado generalmente, que hay en el kirchnerismo la construcción de un relato. Y que, bueno, la construcción de ese relato ha sido el eje de su época. Al relato no le falta nada. Tiene rasgos religiosos: 'él', el 2003 como llegada de la luz, y el '25 de mayo' que ahora también es el día del comienzo del kirchnerismo. Tiene un andamiaje que lo sostenga: Cadena nacional, el montaje de espectáculos  la captación de artistas e intelectuales. Tiene conceptos propios: Lo nacional y popular y todo aquello que podemos hacer unidos y organizados.
Así es que, sin saber bien cómo o cuando, todos aquellos que militamos de alguna u otra manera, no hemos podido evitar hablar de "el relato" en nuestras ultimas conversaciones. Algo sorprendidos y con bronca por el uso de una maquinaria discursiva que por un lado dice "Hoy hemos venido aquí a inaugurar sueños" y por otro no explica muy bien cómo los sueños argentinos lograran concretarse.
Como estudiantes universitarios nos enfrentamos a este relato, que, discursivamente, proclama la educación como bandera y  dice ver en los jóvenes el futuro y esperanza de su modelo.
En una nota publicada por Río bravo, Victor Hugo Sartori, decía: Los teóricos posmarxistas (en consecuencia los prácticos también como Cristina) se mueven en el ámbito de los valores -"igualdad" y "libertad"- de la democracia liberal, en la imposibilidad de cambios sustanciales.
Lo preocupante no es que se muevan en la imposibilidad de los cambios sustanciales. O al menos para mí lo más preocupante es que nosotros, pibes de 18, 20, 22 años les creamos. Corremos riesgo de que una generación entera crezca creyendo que ciertos cambios son imposibles. A ver, así como a un homosexual de hace cincuenta años le hubiera parecido imposible casarse pues el relato de exclusión vedaba tal reclamo -De hecho no figura en los reclamos y las luchas de las más férreas organizaciones de lucha LGTB de la época-, así de imposible nos está pareciendo la Reforma agraria a nosotros los jóvenes de comienzos del SXXI. ¿Y eso es inaugurar sueños? ¿Hasta acá alcanzamos a soñar? Ya lo dijo muy bien Alejandro Dolina: "Que aprendan a soñar aquellos que sueñan con ganar la lotería".

Presupuesto 2013, desnudar el relato:
El presupuesto universitario a nivel nacional representa el 3,5% del Cálculo de Recursos y Presupuestos de Gastos total de la Administración Nacional. Se trata de un porcentaje similar al de 2012. Ahora bien, si lo asimilamos con el gasto real que las Universidades Nacionales tendrán en 2013, nos podemos dar cuenta que este aumento será absorbido por los aumentos salaries efectuados en 2012. Aumentos que, por otro lado, han sido insuficientes. Entonces no hay aumento, hay regresión.
Los salarios, en el presupuesto 2013, siguen siendo la variable de ajuste. Se pretende lograr una 'calidad educativa' sin dignificar al trabajador docente. Y el gobierno de los científicos argentinos tiene además una nula distribución de fondos para ciencia y técnica.
Si nos fijamos en Entre Ríos podemos ver que el gobierno urribarrista, cercano al gobierno nacional, ha sostenido discursivamente que la UADER es inviable para los entrerrianos. Es decir, no tenemos plata para sostener la Universidad Autónoma de nuestra provincia. Esto quiere decir somos menos federales, somos menos autónomos  Pero a su vez, decimos que está es, al decir de nuestro himno provincial, la Entre Ríos que Urquiza soñó. Digo nuevamente, ¿no es un poco esquizofrenico? Si el gobierno provincial reclamara al gobierno nacional lo que le corresponde en una justa distribución del ingreso por impuestos, tendría un adicional anual 6000 millones. Con lo cual nuestra provincia podría ser más realmente autónoma.
AGMER, en esta provincia, ha reclamado participar de la discusión presupuestaria. Ya que el presupuesto no prevé subas salariales sino que tan solo coloca las conseguida a regañadientes por la lucha docente.
El recorte de becas a nivela nacional es otro ejemplo de esto. Y es algo que nos toca como estudiantes universitarios.

La pregunta es, ¿hasta donde se puede construir este relato? O mejor, ¿qué hay debajo de los relatos? Pensemos por ejemplo en el relato de MNR, con un Centro de Estudiantes en Humanidades que discursivamente se coloca cada día como de todos los estudiantes. O más aún, pensemos en Franja Morada queriendo parecer progre. ¿Qué hay debajo de eso? Ni MNR ni Franja quieren llegar más allá de su relato. Me da cierto miedo pensar en los carteles de MNR que propagandean el Centro de estudiantes como un espacio donde está todo bien cuando todos sabemos que no está todo bien. ¿Qué puede estar bien en una  Facultad con el 60% de expulsión? Digo, se trata de entender que estar en la conducción de un proceso politico o de un espacio de lucha como el Centro de estudiantes implica abrir debate. Tendría más respeto hacia los militantes del MNR si me plantearan la necesidad de luchar y debatir esa expulsión que sí trataran de decirme que está todo bien porque ellos están conduciendo. Lo mismo pienso al ver los carteles de Franja respecto a la FADU. Y eso me hace pensar que en el fondo son la misma cosa y su pelea solo forma parte del relato. Abajo, en el fondo, tienen la misma ideología. ¿Ideología? Sí, porque aunque cualquier movimiento se exprese como simple hacer, como autónomo  como libre, como independiente tiene una ideología. No somos independientes de la mirada con la que miramos la realidad. Esa es nuestra ideología. Es constantemente re-visitada, en permanente movimiento e inestabilidad porque los militantes, los humanos, somos inestables. Pero es una mirada. Y como tal exijo que se desnude y presente como una mirada ideológica sobre la realidad. Para darnos cuenta que al fin y al cabo MNR y Franja tienen la misma ideología  que Clarín y el Kirchnerismo tienen la misma ideología. Para dejar de discutir por A o por B y pasar a discutir nuestro camino.


jueves, 1 de noviembre de 2012

Apuntes para mover un elefante (VIII): Universidades



Quiero escribir sobre la UADER esta vez. Sobre todo lo que esas siglas están significando para los entrerrianos estos días, pero antes tengo que contar algo: Estoy decepcionado. La semana pasada fueron las elecciones de Centro de estudiantes dentro de la Facultad a la que asisto. La Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL elige cada año a sus representantes en Centro de estudiantes, Consejo y Departamento.
En estas elecciones, junto a compañeros militantes de una agrupación política y compañeros de otros grupos, creamos un Frente estudiantil que se presentó a elecciones. Y no estoy decepcionado por el resultado de las elecciones. Sino más bien por la forma de hacer política que todos tuvimos durante esas elecciones.
Todo se trató de hacer carteles, de contar votos, de convencer gente, puntuar padrones. Y después se me decía que eso era ‘militar’. Que los estudiantes de primer año habíamos aprendido en esas prácticas a militar.
Así es que cuando comenzó el escrutinio lo único que hicieron los militantes fue sacar banderas, bombos, bengalas, cantitos, remeras y odios para colocarlos sobre la Facultad como parte del ‘folklore político’ de las elecciones. Y se me decía que eso era la política y que no tuviera miedo.
Yo participé de ese Frente y quiero seguir haciéndolo porque creo que es buen camino político para una Facultad totalmente alejada de la realidad, excluyente, elitista y otras cosas más. Pero no creo que eso sea militar, no creo que eso sea hacer política en serio.
A diferencia nuestra, los estudiantes de la UADER están haciendo política en serio. Están preocupados por el futuro de una provincia que pierde un poco más de su autonomía y ser federal con la perdida de su Universidad.
Le conté a una amiga que quería escribir sobre esto, y le pedí su ayuda. Hoy me escribió: Kevin, estoy muy preocupada por lo que pasa en UADER, pero sinceramente ni se ya qué escribir…
Mi amiga Andrea es Profesora de Historia, estudió e inicia su camino académico en UADER. Y está, como muchos en este momento, preocupada por lo que pasa en UADER.
Ambos tenemos el mismo problema. Ya no sabemos cómo escribir sobre UADER. Y este es un problema importante. Porque aquellos qué como yo nos arriesgamos a querer ocupar estas hojas y molestarlo a Usted con la lectura de las mismas tenemos una responsabilidad. Pequeña o grande, pero responsabilidad al fin y al cabo. Y, ya no sabemos cómo escribir sobre UADER.
Sucede que todos quienes nos hemos preocupado por esta situación hemos dicho ya muchas cosas. Alarcón Muñiz escribió esta semana: Tambalea la UADER. El empujón final se lo dará el Congreso de la Nación si prospera un silencioso proyecto que en el Senado ya tiene dictamen favorable de comisión.Si algo le faltaba a la Universidad Autónoma de  Entre Ríos para redondear el año más tenebroso de su existencia, acaba de aportar lo suyo la Comisión de Educación del Senado de la Nación condenándola a desaparecer. Cierto es que el despacho crea otra casa de estudios, pero la realidad está marcando que se nos quitará a los entrerrianos una institución en pleno crecimiento, además de una herramienta cultural, educativa y de progreso social que la Provincia puede manejar con solvencia.
Y es verdad también. La existencia de un proyecto de creación de una Universidad Nacional que absorba las carreas de UADER pone en peligro su existencia y la expone a una lenta agonía.
Pero no tengo ganas de escribir sobre eso. Porque creo que por más que hablemos y escribamos sobre el problema de UADER los preocupados seguiremos siendo los mismos. Estudiantes, docentes, activistas y algún que otro militante.
Cuando estas líneas salgan publicadas el problema de UADER habrá tomado cualquier otro giro, ya habremos marchado mañana y sido cientos o pocos en defensa de la UADER como parte de nuestro patrimonio entrerriano. Pero también, cuando esta revista publique estas líneas, la venderá alguien que jamás piso ni pisará ni la UADER ni ninguna Universidad Nacional. Y que, con suerte, piso la escuela.
Y es poco ético que aquí peroremos sobre cuan importante es la autonomía de una Universidad provincial, o si debe ser Provincial o Nacional, si seguimos dejando mucha gente afuera del juego.
Así que tan solo quiero escribir mi experiencia, y escribirle a los demás estudiantes y a quienes no lo son sobre por qué creo este problema nos involucra a todos.
Ante todo, soy estudiante universitario. Estudio una carrera que amo y disfruto. Una carrera que no podría estudiar si mis padres no me bancaran. Que no me podrían bancar si no tuvieran trabajo. Que no tendrían si no hubieran nacido en la Clase media o algo por el estilo.
Yo no hice ningún esfuerzo especial para estar en la Universidad. ¿Cómo se puede decir que yo merezco más dedicar seis o siete años de mi vida a estudiar lo que me gusta que aquel otro chico que no puede hacerlo? Eso es injusto.
Y sé que muchas veces parece que quienes estamos dentro de las universidades no nos preocupamos por eso. Es verdad, y debemos hacernos cargo de esa culpa. Pero también estamos preocupados, y también lo discutimos y algo tratamos de hacer. Sé que hacemos poco de todo lo que deberíamos hacer. Pero, entiéndanos, a nosotros nos han domesticado para ser obedientes académicos. Nos han educado de esa manera, y romper esas cadenas y encontrarnos con el otro nos cuesta.
Pero los estudiantes de UADER las están rompiendo a esas cadenas, están saliendo de su burbuja como nunca. Por eso, vayan, escúchenlos, marchen con ellos. Ellos tienen mucho que enseñarnos.
Y ante todo, defendamos esa Universidad. Una Universidad capaz de contener a estudiantes con ese nivel de critica sobre lo establecido, capaces de hacer tambalear las estructuras hegemónicas del poder político en esta provincia, capaz de hacernos pensar y dejar impactados, vale la pena. Defendamos la UADER para que algún día sea realmente la Universidad del pueblo entrerriano. Un spot a favor de la Nacionalización cerraba su discurso vacío con unas palabras que escuché recién. Yo por mi parte tengo oficio de palabrero, así que les robaré sus palabras y las usaré como realmente corresponde: Defendamos la UADER, es ahora o nunca…y es lo correcto.

para Barriletes
Noviembre 2012