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Desde comienzo de año, con el Equipo de Mediación de lectura de
Barriletes estamos trabajando junto al Quinto Grado del turno mañana de la
Escuela TC Nº 1 Peréz Colman (Ubicada dentro del Complejo Escuela Hogar). En
los talleres, que son de frecuencia mensual, articulamos trabajo entre la
docente a cargo del grupo, Viviana Nowakowski, y la bibliotecaria Dolly.
Nuestra visita es una parte del amplio trabajo que se realiza con los chicos.
En los últimos encuentros, hemos ido viendo cómo, de a poco, vamos instalando
palabras que logran movilizarnos. Así, la palabra Sueños logró que muchos se animaran a escribir. Así la palabra Deseo. Así, este último viernes, la palabra
Preguntas. Palabras que logramos
instalar en el silencio y el rostro de asombro de los niños.
La actividad disparadora consistió esta mañana en escribir
preguntas a partir de un cuento que leímos. Las preguntas luego serían
colocadas sobre la mesa, para que otro las tomará y se animará a escribir
“algo” alrededor de ellas. Uno de los chicos escribió: ¿Por qué sueño que me matan?. Detrás uno de nosotros escribió: Hay preguntas que se hace difícil
responderlas, y siempre son aquellas que realmente necesitan respuestas.
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Le pregunto
a Vivi y Dolly, cómo ven este trabajo desde un afuera de la escuela hacia la
escuela. Dolly, me señala como la sistematización del ámbito escolar logra ser
interrumpida a partir de los talleres. La irrupción en el espacio escolar como
espacio público, permite un ir más allá de la nota, conseguir el contacto
espontaneo con ‘otro’, y evadiendo los tiempos curriculares. “Conquistar otros
espacios”, me dice. “Los ha ayudado mucho a expresar todo lo que no se animan a
expresar” me cometa Vivi en referencia a los chicos que al lado nuestro estaban
trabajando. Y continua: “El mes pasado cuando escribieron los sueños salieron
muchas cosas que fueron…”. Y su silencio coloca los puntos suspensivos que la
complicidad nos ha permitido formar. “Los ha ayudado a sacar esas palabras”, me
repite Vivi volviendo a su punto de comienzo.
La escuela
está en un lugar paradójico. No esta escuela, sino toda en su conjunto más allá
de lo heterogéneo que el sistema educativo pueda ser. Me refiero al desprestigio
de la labor docente, su poca remuneración económica, las malas condiciones de
infraestructura. A esta escuela pública, atravesada por problemas internos y
externos, le exigimos además que ella –sola- transforme la realidad social. Como
se pregunta el sociólogo Miguel Andrés Bremmer, cómo pretendemos entender lo
público de la escuela pública cuando los sectores de privilegio social tienden
a segregarse en espacios privados o privativos.
Así, de a
poco, hemos asistido a la privatización de la infancia. Poniendo el grito en el
cielo ante los daños de un sector de la vida –los niños- que aún, con alguna
rara intuición, creemos merece ser protegido. Pero sin etender muy bien por qué
o para qué. De forma tal que la queja por la falta de políticas públicas reales
que cuiden la infancia, o la protesta televisiva y propia de la sociedad del
espectáculo hacia los padres se traslada a los docentes. Y exigimos a ambos
respuestas. ¿Padres explotados criaran niños libres?
Todo parece
indicar que hemos perdido el sentido de la infancia. ¿Por qué proteger a ese
grupo de personas? ¿Por qué los niños tienen que seguir siendo niños?
Sé que estas
son preguntas molestas. Más fácil sería señalarlas como afirmaciones
contundentes. Pero sucede que detrás de esas afirmaciones no hay nada. Detrás
solo está el vacío hipócrita que dejamos luego de los discursos sobre niñez. La
escuela, la villa, nos traen otro discurso sobre la infancia. Un discurso que
pone a la infancia entre signos de pregunta.
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“Es la única
manera, creando redes”, me señala Viviana respecto al trabajo que realizan con
diferentes instituciones de la ciudad junto a la escuela en que trabaja. “La
escuela está, sí o sí, inserta dentro de una comunidad. No puede estar aislada.
Trabajar y crear. Acá se trabaja con los centros de salud, con mediación de
conflictos. Con distintos sectores, se va abriendo. Sino es imposible. Seríamos
únicamente ‘tranmisores’ y nosotros tenemos que intentar pasar de transmisores
a creadores.”, me señala la docente con una voz baja.
Dolly me
cuenta cómo los chicos con los que trabajan durante el día son los mismos que
ve por las noches conduciendo carritos. De forma que, me cuentan, “tenemos que
dejarles el tiempo para que duerman acá si necesitan dormir”. Y enseguida se
agolpan en su boca preguntas.
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Más
preguntas. Esta vez, de Graciela Montes: “Si el espacio poético está en riesgo,
si la rígida homologación –la celda- a que nos somete el mercado anestesia
nuestra capacidad constructora (Montes se refiere aquí a la capacidad que
tenemos los humanos de construir mundos, ni más ni menos, y que no es dada por
la ficción, por el espacio poético), si los mandatos sociales nos impulsan a
consumir y nunca a explorar ¿qué podemos hacer al respecto? ¿Acaso esos niños
que construyen poco espacio poético ya no lo necesitan? Y, si lo necesitan
¿cómo darles ocasión de que lo construyan?” Y acá estamos parados nosotros. En
los bordes de la pregunta y en los bordes de las respuestas.
La elección
de Barriletes de trabajar con la infancia desde estos lugares no es menor.
Implica apostar a la construcción de un nuevo modo de involucrarnos con la
infancia. Porque los niños son cosa de todos. Si algo ha hecho que
constituyamos a la infancia como tal ha sido eso.
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La infancia
es cosa pública. Ya que es nuestra patria común a todos. Pero corre riesgo de
perderse. La tarde, dice Juanele, es un pensamiento realizado de la luz. Y
enseguida se pregunta de dónde viene, de qué sueño de infancia. Como si la
infancia fuera el lugar desde el cual el mundo procede. Y de veras es así. Sin
embargo, como toda patria, la Infancia está en peligro de ser invadida. La
cuestión está en si elegiremos protegerla, si nos interesa que siga siendo
nuestra patria, o si la dejaremos librada a su suerte.
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En el fondo,
proteger la infancia es lo mismo que proteger la mirada poética sobre el mundo…
Una mirada única. La primera, quizás la ultima y única, que hacemos.
para Barriletes
Julio 2013