domingo, 28 de julio de 2013

¿Infancia? Apuntes de trabajo.

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Desde comienzo de año, con el Equipo de Mediación de lectura de Barriletes estamos trabajando junto al Quinto Grado del turno mañana de la Escuela TC Nº 1 Peréz Colman (Ubicada dentro del Complejo Escuela Hogar). En los talleres, que son de frecuencia mensual, articulamos trabajo entre la docente a cargo del grupo, Viviana Nowakowski, y la bibliotecaria Dolly. Nuestra visita es una parte del amplio trabajo que se realiza con los chicos. En los últimos encuentros, hemos ido viendo cómo, de a poco, vamos instalando palabras que logran movilizarnos. Así, la palabra Sueños logró que muchos se animaran a escribir. Así la palabra Deseo. Así, este último viernes, la palabra Preguntas. Palabras que logramos instalar en el silencio y el rostro de asombro de los niños.
La actividad disparadora consistió esta mañana en escribir preguntas a partir de un cuento que leímos. Las preguntas luego serían colocadas sobre la mesa, para que otro las tomará y se animará a escribir “algo” alrededor de ellas. Uno de los chicos escribió: ¿Por qué sueño que me matan?. Detrás uno de nosotros escribió: Hay preguntas que se hace difícil responderlas, y siempre son aquellas que realmente necesitan respuestas.





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Le pregunto a Vivi y Dolly, cómo ven este trabajo desde un afuera de la escuela hacia la escuela. Dolly, me señala como la sistematización del ámbito escolar logra ser interrumpida a partir de los talleres. La irrupción en el espacio escolar como espacio público, permite un ir más allá de la nota, conseguir el contacto espontaneo con ‘otro’, y evadiendo los tiempos curriculares. “Conquistar otros espacios”, me dice. “Los ha ayudado mucho a expresar todo lo que no se animan a expresar” me cometa Vivi en referencia a los chicos que al lado nuestro estaban trabajando. Y continua: “El mes pasado cuando escribieron los sueños salieron muchas cosas que fueron…”. Y su silencio coloca los puntos suspensivos que la complicidad nos ha permitido formar. “Los ha ayudado a sacar esas palabras”, me repite Vivi volviendo a su punto de comienzo.
La escuela está en un lugar paradójico. No esta escuela, sino toda en su conjunto más allá de lo heterogéneo que el sistema educativo pueda ser. Me refiero al desprestigio de la labor docente, su poca remuneración económica, las malas condiciones de infraestructura. A esta escuela pública, atravesada por problemas internos y externos, le exigimos además que ella –sola- transforme la realidad social. Como se pregunta el sociólogo Miguel Andrés Bremmer, cómo pretendemos entender lo público de la escuela pública cuando los sectores de privilegio social tienden a segregarse en espacios privados o privativos.
Así, de a poco, hemos asistido a la privatización de la infancia. Poniendo el grito en el cielo ante los daños de un sector de la vida –los niños- que aún, con alguna rara intuición, creemos merece ser protegido. Pero sin etender muy bien por qué o para qué. De forma tal que la queja por la falta de políticas públicas reales que cuiden la infancia, o la protesta televisiva y propia de la sociedad del espectáculo hacia los padres se traslada a los docentes. Y exigimos a ambos respuestas. ¿Padres explotados criaran niños libres?
Todo parece indicar que hemos perdido el sentido de la infancia. ¿Por qué proteger a ese grupo de personas? ¿Por qué los niños tienen que seguir siendo niños?
Sé que estas son preguntas molestas. Más fácil sería señalarlas como afirmaciones contundentes. Pero sucede que detrás de esas afirmaciones no hay nada. Detrás solo está el vacío hipócrita que dejamos luego de los discursos sobre niñez. La escuela, la villa, nos traen otro discurso sobre la infancia. Un discurso que pone a la infancia entre signos de pregunta.

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“Es la única manera, creando redes”, me señala Viviana respecto al trabajo que realizan con diferentes instituciones de la ciudad junto a la escuela en que trabaja. “La escuela está, sí o sí, inserta dentro de una comunidad. No puede estar aislada. Trabajar y crear. Acá se trabaja con los centros de salud, con mediación de conflictos. Con distintos sectores, se va abriendo. Sino es imposible. Seríamos únicamente ‘tranmisores’ y nosotros tenemos que intentar pasar de transmisores a creadores.”, me señala la docente con una voz baja.
Dolly me cuenta cómo los chicos con los que trabajan durante el día son los mismos que ve por las noches conduciendo carritos. De forma que, me cuentan, “tenemos que dejarles el tiempo para que duerman acá si necesitan dormir”. Y enseguida se agolpan en su boca preguntas.


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Más preguntas. Esta vez, de Graciela Montes: “Si el espacio poético está en riesgo, si la rígida homologación –la celda- a que nos somete el mercado anestesia nuestra capacidad constructora (Montes se refiere aquí a la capacidad que tenemos los humanos de construir mundos, ni más ni menos, y que no es dada por la ficción, por el espacio poético), si los mandatos sociales nos impulsan a consumir y nunca a explorar ¿qué podemos hacer al respecto? ¿Acaso esos niños que construyen poco espacio poético ya no lo necesitan? Y, si lo necesitan ¿cómo darles ocasión de que lo construyan?” Y acá estamos parados nosotros. En los bordes de la pregunta y en los bordes de las respuestas.
La elección de Barriletes de trabajar con la infancia desde estos lugares no es menor. Implica apostar a la construcción de un nuevo modo de involucrarnos con la infancia. Porque los niños son cosa de todos. Si algo ha hecho que constituyamos a la infancia como tal ha sido eso.

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La infancia es cosa pública. Ya que es nuestra patria común a todos. Pero corre riesgo de perderse. La tarde, dice Juanele, es un pensamiento realizado de la luz. Y enseguida se pregunta de dónde viene, de qué sueño de infancia. Como si la infancia fuera el lugar desde el cual el mundo procede. Y de veras es así. Sin embargo, como toda patria, la Infancia está en peligro de ser invadida. La cuestión está en si elegiremos protegerla, si nos interesa que siga siendo nuestra patria, o si la dejaremos librada a su suerte.

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En el fondo, proteger la infancia es lo mismo que proteger la mirada poética sobre el mundo… Una mirada única. La primera, quizás la ultima y única, que hacemos.

para Barriletes
Julio 2013

1 comentario:

  1. Hola Kevin soy Lidia. Me gusta mucho lo que están haciendo. En estos momentos pienso que la niñez, los jóvenes y los ancianos son los mas desprotegidos

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