viernes, 2 de septiembre de 2011

Gay


-No se sorprendan. Hay escuelas en las que eso se enseña - dijo Ignacio, el profesor de Catequesis con visible horror -. Desde chiquitos, desde el jardin de infantes les enseñan que son libres para elegir la sexualidad que quieran, que son los dueños de su cuerpo y pueden hacer con él lo que quieran.
Mis compañeros respondían con abruptos "¿¡que!?, y de inmediato comenzaron a repudiar aquella palabrita capaz de despertar la más incivilizada intolerancia. Y allí devuelta yo. Teniendo que escuchar aquellas cosas como "Si yo tengo un hijo puto me mató", que fue lo que dijo Leo. Obviamente, esas palabras de él me las esperaba. Luego arremetió Juan diciendo que él estaba en contra de eso, que no le parecía bien. Y su mejor frase fue: "Debe ser lo peor para una madre. El más grande dolor." Y allí tuve que empezar a hablar. De vuelta, cansado ya de tener que seguir diciendo lo mismo. Algo quise argumentar mientras el enojo me consumía. Le dije que el peor dolor debía de ser que su hijo sufriera, que tuviera una enfermedad como el cáncer. Y ahí tuve un momento de luz y encontré un argumento que ni yo sabía que tenía...Dije que no podían horrorizarse tanto ante un acto de amor. El profesor, trataba de aclararme que no se trataba de un acto de amor. Las preguntas brotaban de mí: ¿El amor de una madre no alcanza para comprender que su hijo es diferente?. María Alejandra decía desde el otro lado del aula que dentro de unos años los chiquitos iban a ir al jardín y decir "yo tengo dos papás" y que se preocupaba por sus hijos. Porque entonces, iban a tener la mala suerte de crecer creyendo que eso está bien. 
Quizás nada de ese momento me dolió tanto como el silencio de mis amigos. Silencio suficiente para saber que uno se sigue encontrando solo, nadando contra la corriente. Sería más fácil dejarlo pasar. Sería más facil esperar tres meses e irme. Irme y hacer mi vida como recomiendan mis padres. Pero no. Les guste o no, esta persona que soy yo no se cansará de luchar contra un prejuicio estúpido. 
¿Qué les hace de mal que dos personas se amen? ¿Qué? ¿Nadie es capaz acaso de ponerse en el lugar del otro? A todo esto, el profesor continuaba explicado que el hombre había sido creado para la mujer y la mujer para el hombre. Y que había otras escuelas, mayormente privadas, en las que las maestras "ayudaban mucho" llamando a los padres en cuanto veían algo raro en sus hijos. 
¿Qué educación queremos? ¿Queremos más generaciones de intolerantes? Para que otros adolescentes homosexuales de trece o catorce años sufran la misma tormenta que yo sufrí, solamente para eso sirven ese tipo de comentario de gente tan pelotuda que no es capaz de darse cuenta el daño que hacen. Que nadie me venga a hablar a mí acerca de dios. Que nadie se atreva a hacerlo. Porque yo creía en esta Iglesia, porque yo lo creía realmente y lo militaba con la fuerza de las ideas. Y creo que Ignacio, mi profesor de catequesis, no sabe lo fuerte que es para un adolescente pensar que le ha fallado a sus padres y amigos, pero aún mas fuerte es sentir que le ha fallado a su propio dios. Y fue ante el sagrario de la parroquia que le dije a esa cosa que creía era Cristo que era gay. Que lo sentía mucho, que ese chico con el que me sentaba me gustaba mucho. Que no sabía que hacer. Esa ha sido mi intima relacion con dios desde entonces. La de ese confindente más alla de toda la farsa circense eclesiastica. Entonces estaba terminando sexto grado. Y ahora estoy terminando quinto. Y acá me encuentro, reflexionando. No parado ya en el mismo punto. Pero sin saber igualmente si como sociedad hemos avanzado o no. 
¿Cómo haremos la revolución si estamos ocupados en juzgar que es lo que cada persona hace o deja de hacer con su culo? ¿Cómo nos da la cara para hablar de moral desde el Catecismo y despues expulsar a todos los gays de lo "bueno y correcto"? ¿Cómo esperamos que para esa madre, ese padre y ese chico que ama de una manera diferente, les sea más facil aceptar, comprender, ser amados y amar si seguimos educando de la misma manera, con los mismos prejuicios?
Gay. Esa palabra que aún es tabú en Seguí.

1 comentario:

  1. Cada quien tiene su "manzana"; en lo que luchar por que, el PREMIO, lo vale.

    Dice el chiste:

    -"No sé que me pasa que me gustan todas las mujeres menos la mía"

    -"Pues a mí me pasa lo mismo; me gustan todas menos la tuya".

    ¡Lo que cuesta ser fiel! no es sólo cuestión de orientación.

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