viernes, 12 de octubre de 2012

Palabras clave

El poeta hindú Tulsi Das compuso la gesta de
Hanuman y de su ejército de monos. Años después,
un rey lo encarceló en una torre de piedra. En la celda
se puso a meditar y de la meditación surgió Hanuman
con su ejército de monos y conquistaron la ciudad
e irrumpieron en la torre y lo liberaron.

                               Borges y Bioy Casares, en Historias
                               breves y extraordinarias.


En nuestro pequeño e intimo encuentro de la semana pasada pensamos (o nos surgieron) algunas palabras clave en torno a ‘lo que la lectura nos provoca’. Y más aún, lo que una ‘práctica poética’ nos provoca.
Nos concentraremos en dos de esas palabras. Se trata de Niñez  y Libertad.

Niñez
Respecto a la niñez, debemos calificarla de manera incansable como fuente poética. No porque la única poesía verdadera sea la de la niñez, sino porque la niñez es el estado más disponible para lo poético. Más predispuesto a entrar en poesía. Entonces, ¿sólo podemos entrar en poesía siendo niños? Sí y no. Sí si entendemos a la poesía como un estado, una forma de ser y ver el mundo. No si entendemos por niñez una franja etaria.
Veamos de qué se trata esta disponibilidad poética de la niñez. Taller literario infantil. Se trabaja con los niños desde comienzo de año. En esta ocasión estamos trabajando con preguntas. Hemos traído algunas del Preguntario de Neruda. Entonces, para empezar, hablamos sobre qué tipo de preguntas se realiza cada uno. Casandra, de nueve años, levanta apresurada su mano y nos dice: Yo me pregunto de qué color será mi corazón.
Cuando decimos que la niñez posee disponibilidad poética nos referimos a esto. Pues bueno, cuando el pasado jueves se habló de la nostalgia de la niñez, o de cómo nos habíamos sentido niños realizando aquella carta, estuvimos conectando esa experiencia poética con la niñez y esto no es casual.
Ser niño implica ver el mundo con ojos nuevos. Lo poético nos exige una mirada sobre el mundo despojada de representaciones. Ser niños implica preguntarse, cuestionarse y explorar al igual que lo poético. Finalmente, ser niño implica estar pronto a, estar al borde de, al igual que lo poético.
Por eso, conectarnos con nuestro propio equipaje poético quiere decir ser niños en cierto modo. A mirar el mundo como niños iba dirigida la actividad con que inauguramos el Taller de hoy.
Respecto a este punto volveremos cuando podamos entablar contacto con experiencias de la niñez. Cabe decir además que ser mediador de lectura necesariamente es no clausurar la niñez. Hay que volver  a la niñez. Siempre y de todas las formas posibles. Donde sea que este la niñez, en la escuela, en la calle o en la villa, la niñez siempre es sanadora y nos reconcilia con el mundo y las esperanzas sobre él. Por eso, creo desde la experiencia que solo volviendo a la niñez a cada momento salvamos nuestro equipaje poético.


Libertad

La segunda palabra que nos ocupa es quizás la más potente a los fines de la mediación de lectura. Ya que, entender de qué manera la literatura es una práctica emancipadora nos ayuda a comprender el potencial de la mediación de lectura.
Comencemos viendo alguna ejemplo sobre los efectos de la Literatura. Centrémonos en algo que nos ocupará pronto como la Literatura infantil.  Una investigadora tucumana, Rosanna Nofal, ha centrado sus estudios en las formas de expresión de las memorias traumáticas (Golpe de estado, Guerra, Hambre) en la Literatura infantil argentina. Al respecto señala, hablando de la censura a los libros infantiles durante la última dictadura:


“La fantasía estuvo y (lo que es aún peor) está bajo sospecha; es peligrosa porque está fuera de control, nunca se sabe bien a dónde lleva. Esta oposición entre realidad y fantasía esconde los mecanismos ideológicos que les sirven a los adultos para colonizar a los chicos. La literatura infantil, un campo aparentemente inocente y marginal, es uno de los espacios más importante en el que se libran los combates entre memoria y olvido más reveladores de nuestra cultura porque desde el Jardín de Infantes a la Universidad la literatura es el instrumento vital para la inserción de los individuos en las formas perceptivas y simbólicas de la sociedad. El texto literario que circula en las instituciones educativas está generalmente emparentado en una formación ideológica dominante. Es quizás una de las ilusiones de nuestro tiempo, creer que somos libres de leer y escribir cuándo, cómo y dónde queremos; como cualquier otra práctica social, estas actividades están sujetas a diversas formas de  control y regulación.”


La fantasía nos da miedo. La fantasía es censurada y clausurada. Una dictadura le teme a la fantasia. Puntos suficientes para poder pensar que lo fantástico es, sin lugar a dudas, una zona liberada. Es decir, una zona donde las reglas y ordenes sociales se caen. Donde un elefante hace huelga, como sucede en el cuento de Bonermann. Donde el concepto de lo que entendemos por real se cae. Y al caerse, se pueden caer con él el entendimiento de que ‘las cosas son como son’, de que ‘está bien que así sea’, o ‘es lo que hay’. Si estos lugares comunes se caen, son puestos a prueba por el temblor de lo fantástico, el mundo es puesto entre signos de pregunta. Si algo nos puede enseñar la literatura es a no aceptar las cosas como nos son dadas.
Aquí tenemos una primer arista de la literatura como practica de la libertad. Pero, vayamos un poco más allá. La literatura, sostiene Graciela Montes, es una construcción de la libertad.
Este planteo la ubica en lugar preponderante respecto a la libertad: Es su constructora y artífice. E incluso, veremos, es constructora de una libertad bastante especial.
Por creer en esa libertad es que he puesto estas palabras bajo el amparo de aquel breve relato de Borges y Bioy Casares que inaugura estas paginas. Un hombre medita en una torre y sobre ese vacío surge el héroe y su ejercito de monos. ¿La literatura funciona así?
Debemos decir que en gran medida sí. Pero, mejor retomemos esta pregunta un poquito más tarde luego de ver unas propuestas de Montes.
Pensemos por ejemplo en una abuela contando un cuento a su nieta. Un relato oral. Una escena como la que nos contó Milena  la semana pasada. ¿De qué cosas está hecha esa escena?
En primer lugar podemos señalar que esta hecha de gratuidad. Alguien regala tiempo al otro. Cuando eso sucede grauitamente, cuando yo te cuento un cuento por el simple (y maravilloso) hecho de contarlo y no te pido nada a cambio de eso, estamos inscribiéndonos vos y yo en un terreno gratuito. Y eso, en el sistema en que vivimos, implica la instauración de otras reglas.
Por tanto, cuando uno está rozándose con la literatura, cuando uno está construyendo un cuento con su boca como la abuela de Milena, está ubicándose en otro sistema. Y para ubicarnos en otro sistema necesitamos otro tiempo y otro espacio, instaurar reglas para él y visitarlo seguido.
Efectivamente, el momento del cuento de Milena y su abuela es otro tiempo y otro espacio. Montes, al contar una anécdota similar, nos dice “se me hace que esos momentos fueron muy largos. Como si la duración del cuento estuviese hecha de otra materia. Por lo general sucedía en el final de la tarde, después de tomar la leche y antes de empezar a preparar la cena. De esos momentos, (…) tengo un recuerdo más lento, como si cavasen un espacio diferente. No es el recuerdo de la actividad diaria, de ir y venir de la escuela, comer, pasear, hacer los deberes. Es más tiempo. O un tiempo más denso. O más hondo. Un tiempo de otro orden”
Hay además en esa escena, poderío. El poderío de alguien que está construyendo ese mundo. La abuela misma de Mile, inauguraba otro tiempo y otro espacio. Por lo tanto debe de haberse sentido poderosa narrando esas historias.
Y había, por ultimo, un don. El don de la ficción. Esa zona inescrutable que está en el medio de la vida Sabemos que la literatura tiene que ver con la vida, eso nos es incuestionable. Pero ¿de qué modo? ¿De qué modo La confesión de un paraguas que leímos la vez pasada nos hace pensar en la vida, en nuestra vida? Sabemos que nos lo hace hacer. Guardamos silencio después de escucharlo. Pensamos, nos inquieta, nos incomoda. Para que esa incomodidad tuviera lugar, tuvimos que dejar que ocurrieran muchas cosas antes. Tuvimos que entrar en poesía, tuvimos que pactar con la ficción un trato y fundar otro espacio y otro tiempo. Ese trato con la ficción, ese creer lo que nos dice porque lo sabemos verdad más honda en toda su mentira, eso está en crisis. Y no es casual que en nuestro sistema humano lo esté.
Volviendo y ya para ir cerrando, nos quedó una pregunta sobre aquel héroe y su ejército de monos. ¿Será nomás que la literatura funciona así?
Quizás solo la experiencia nos lo diga verdaderamente, pero mientras tanto ánimo una respuesta: La literatura construye mundos. Y los construye sobre el vacío. Un hombre se puede poner en medio de una plaza y cantar sobre el vacío una historia de la cólera de otro hombre, medio verdadero, medio inventado y de cómo esa cólera tuvo consecuencias en una guerra allá lejos y hace tiempo. Un hombre que hace eso acaba de fundar un mundo, el mundo de la Iliada. Y con ese mundo acaba de fundar una visión de este mundo. Acaba de inventar a Aquiles sobre el vacío. Y Aquiles está ahí, invisible. Pero cuando yo leo la Iliada y siento las lágrimas de Aquiles que llora ofendido, cuando yo sufro con él la muerte de Patroclo, cuando yo lloro y me siento un poco Aquiles ¿es tan invisible?
La literatura, con su capacidad de construir mundos.



 Apunte para el Segundo encuentro de Mediacion de Lectura (Octubre 2012)
Biblioteca Esos Otros Mundos - Barriletes

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