sábado, 2 de febrero de 2013

-alegrías de la madrugada-


            Taller 08-11-2012
            Para controlar medianamente nuestra vida, catalogamos o ponemos un nombre a absolutamente todo: cosas, relaciones, etc; pero hay veces en que se producen sucesos, o sentimos, o tenemos sensaciones que no podemos encontrar la palabra exacta para describirlos.
            Por eso, por medio del lenguaje que todo lo puede, tratamos de aproximarnos a esas ‘cosas’ que pasan, y es un modo de sentirnos más tranquilos. La literatura es una buena herramienta: podemos encontrar las palabras más cercanas posibles, o bien las palabras justas de los que queremos decir.
Siempre nos hablan de libros, cuentos, autores y de más, pero nunca nos hablan de la literatura en sí. Para qué sirve, por qué existe, cuál es su lugar en el mundo.
            Hay una frase muy popular que puede ayudarnos a entender de qué se trata la literatura y dice así:
         
            Juguemos en el bosque,
            mientras el lobo no está.


            Mientras el lobo se mantiene lejos tenemos un momento para jugar, para crear, para establecer nuestras propias reglas de juego, siendo conscientes que estamos jugando. La literatura es  ese espacio que se mantiene en el borde de lo exterior y de lo interior. Es esa frontera que está en constante tensión con ambos planos; pero es una frontera en la cual las reglas son diferentes.
            El mundo existe por medio de las palabras, todo lo cotidiano se nombra, todo tiene nombre, y una referencia, a diferencia del mundo ficcional, en el cual no existe referencia alguna, lo cual no implica que sea verdad o mentira lo que se encuentra en los cuentos o en los relatos, simplemente por el hecho de que no se refiere a nada de este mundo. Es otro plano, lo que provoca incertidumbre al lector o al escuchador. Es y no es al mismo tiempo: es porque lo conocemos por medio del lenguaje, entonces es en el mundo, y no es puesto que no podemos relacionarlo con objetos de este mundo.
            Eso es lo que quiero que logren, entender que la literatura se encuentra en  esa frontera, que no es un todo yo ni tampoco un todo no-yo, sino que se encuentra al borde. 
            La literatura ayuda a crear nuestra visión del mundo, a construir mundos también. Por eso cuando leemos, una palabra ya no vuelve a significar lo mismo en nuestra vida. Cambia totalmente la concepción que teníamos de ella antes de tocar un libro, un cuento, una frase, una canción.
            Pero esta maravilla se muestra de manera consciente sólo en aquellos que se toman un tiempo, suspenden el mismo tiempo y se introducen en la frontera indómita. Esos “aquellos” logran crear una “situación”, un espacio y tiempo material para comenzar el pacto con la ficción.
Sofía 

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