sábado, 9 de febrero de 2013

Estábamos hablando del amor

         
            -Hijo, yo diría que empezaste malas cosas -dijo el juez subiéndose el cuello de la chaqueta-. ¿Por qué había de importarte una chica? ¿Te ha importado alguna vez una hoja?
             Riley, sin dejar de escuchar al gato salvaje, con la mirada intensa de un cazador, apartó las hojas que el viento arrastraba junto a nosotros como mariposas de medianoche, vivas, temblorosas, como si quisieran escapar y volar. Una se quedó atrapada entre sus dedos. También el juez tomó una hoja, que pareció tener más valor en su mano que en la de Riley. Apretándola suavemente sobre su mejilla dijo distante:
             -Estábamos hablando del amor. Una hoja, un puñado de simiente...Empieza con eso, aprende un poco lo que es el amor. Primero una hoja, la caída de la lluvia, después alguien que pueda recibir lo que la hoja te enseñó, lo que maduró la lluvia. No es un proceso fácil, compréndelo: puede exigir toda una vida, como me ocurrió a mí, y aún no he logrado dominarlo ni creo que lo haga nunca. Solo sé esta verdad tan grande: que el amor es una cadena de amor del mismo modo que la naturaleza es una cadena de vida.

Truman Capote, en El arpa de hierba

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