martes, 3 de diciembre de 2013

Políticas masturbatorias.


Vivir hoy como nos gustaría vivir mañana.

Hablar de la masturbación. Masturbar la masturbación.
No es solamente para provocar que quiera comenzar hablando de la masturbación. Invoco su figura, o el contorno de su nombre, para arriar con ella hasta este texto todas las prohibiciones y sentidos que se superponen dentro de su signo.
¿Será por su celebración del yo que hablar de la masturbación nos causa tanta pena? Quizás lo provocativo, porno y audaz de la masturbación como práctica sea su capacidad de reconocernos egoístas, capaces de quedarnos a solas por nuestro deseo. Se supone que el sujeto que se masturba debe alcanzar una soledad simbólica lo suficientemente fuerte para concentrarse en su deseo y acabar lo que ha empezado.
Traigo sobre la mesa a la masturbación para hallar nuevas figuras, imágenes diferentes que me permitan hablar de una política diferente. Una política en construcción, que actualmente podemos palpar y visitar en cada una de nuestras acciones que se han ido repitiendo a lo largo de este tiempo, fines de 2013.
Querré proponer en los siguientes párrafos la necesidad de políticas masturbatorias y de la orgía, invocando nuevas formas para nuevos paradigmas políticos. Quiero, más bien necesito, otros discursos alrededor de la politicidad de nuestras prácticas. Por ello, las filio con prácticas sexuales mal vistas. Prácticas sexuales en fuga, que de alguna u otra manera escapan al esquema binario sobre el que se funda el heterocapitalismo y que hemos visto pasarse, sin mayores maquillajes, a un homocapitalismo cada día más avergonzante.

Nuevos cimientos para la orgía
Las acciones que realizamos, la realizamos en grupo. Estar juntos, hacer juntos, afecta a nuestros cuerpos de una forma alegre. Una vez que se ha entrado en orgía, difícilmente se salga de ella.
Confiamos en la memoria que nuestros cuerpos poseen de la acción conjunta. Ella nos mantendrá unidos en el hacer que nos ha encontrado. No nos convocamos, no llamamos a la acción: nos encontramos en el hacer. Y defendemos, éticamente, ese encuentro como el único verdadero y políticamente útil.
Ahora bien, desde hace un tiempo, diferentes conversaciones y búsquedas nos han inscripto en la necesidad de nuevos paradigmas (o formas) políticas desde las cuales movernos, vehiculizar, pensar, leer y escribir nuestro hacer. Esta necesidad nos ha interrogado obsesivamente estas últimas semanas y nos ha vuelto sensibles a las formas en que se inscriben  paradigmas políticos otros que  entran en tensión con nuestro pensamiento en construcción.
Este texto trata de tejerse en esa discusión. Suponiendo que las ideas se traman en textos, que tratan de archivar ideas posibles de perdida.
De manera que, lo que trataré de exponer en los siguientes párrafos son algunos de los puntos que comienzan a iluminarse en la cartografía de este hacer y sobre el cual nos ha sido inevitable, en las madrugadas de café, los almuerzos, las esperas de los colectivos y los bordes de los talleres en que participamos, volver. En un regreso critico que intenta ser un ejercicio de lectura del acontecimiento.
Los puntos luminosos sobre los que intentaré volver aquí son acciones que subyacen a nuestro hacer: Desear, Archivar, Fugar, Afectar y Entrar en poesía.
Revisitados ahora desde lo que llamaré un nuevo cimiento para la práctica en orgía que ya llevamos a cabo.  Me valgo de un supuesto: no puede haber ingreso en la orgía del yo si ese yo no ha accedido antes a la masturbación. Mientras que no ha violado el esquema binario de la acción sexual-política, no habrá forma de que ese sujeto entre en orgía. De manera que hay que reforzar los cimientos de nuestra lujuriosa orgía, a partir de las políticas masturbatorias. Esto es, la celebración de la presencia del yo en las prácticas.
Abundaré en infinitivos. Que no quepan dudas. Esto es nuestro plan de acciones. Esta es nuestra forma de tomar las armas.



Desear. Empecemos por aquí. Ludditas Sexxxuales define al deseo como la acción de “posibilitar los instrumentos para relaciones polimorfas, variadas, sin programa, sin necesidad ni apuro. El futuro no está escrito: Ser amigas, hacer cosas por qué sí, por la pura pérdida, oponerse a la dialéctica hegeliana de la dignidad del trabajo y de la creación de un sujeto revolucionario.”
Esta acción-de-desear quizás sea la que mayormente se acomode a nuestro hacer.  Escapar a las formas predeterminadas de la amistad, el compañerismo académico y el vínculo militante. Desecharlos. Tirarlos a la basura. Crear nuevas formas. Invadir de maneras polimorfas nuestras relaciones. Para ello necesitamos juntarnos a leer a Sartre, al mismo tiempo que podemos juntarnos a hacer un mural. No quedarnos quietos en ninguno de los papeles. Movernos de ellos. Regresar al hacer porque sí. Crear libros en máquina de escribir solo porque nos gusta. Decorar nuestras casas subrayando lo especiales que somos. Reconocernos especiales. Creérnosla.
Solo escapando de la dinámica de la utilidad podemos atacar al capitalismo inscripto en nuestras propias maneras de pensar.
Masturbarse rompe con el negocio de los cuerpos. No hay cuerpo a concebir, y la producción de la carne se ve dañada en su pérdida de materia prima.
Así, ya en nuestra orgía podemos ser ‘amigas porque sí’. Ese es el primer paso de nuestra tarea de desmontaje.
Pero sí desear es una actividad de posibilitación y horadación, entonces debemos hacer que nuestro deseo nos mueva a generar vínculos. Pedir números de teléfonos, agregar a Facebook, hablar, relacionarnos.  Trabajar con quien deseamos trabajar.

Fugar. El siguiente paso con nuestros cuerpos es entrar en fuga.
Fugar en un sentido social. No importarnos el pensamiento de los medios masivos. Cagarnos en la existencia de medios masivos. No leerlos. No verlos. Fugar nuestro pensamiento de su existencia y vivir hoy en el mundo que queremos. Adaptar a nuestros cuerpos a ese mundo que queremos y vivirlo. Olvidar quien es preside la nación, la provincia, la ciudad. Borrar las fronteras de esos estratos.
Migrar los relatos sobre la vida a los libros que estamos leyendo. A la literatura. A lo que nos cuentan al llegar a Barriletes. A lo que la vecina nos dice que ha pasado. Tomar acciones en esos relatos, y no en otros.
Y más que nada, fugar nuestros cuerpos leyendo literatura. Hacer que este mundo tenga la misma estatura imaginaria de todos ellos. Restarle importancia, para sumar importancia al jardín que estamos construyendo. Hacer un jardín.
Y desde ese nuevo territorio afectar al otro. Provocar su permanente deseo, su permanente puesta en fuga. Tocarlo. Abrazarnos. Regalarnos poesía. Que preguntarnos cómo estamos importe más que militar. Que militar sea preocuparse por el otro. Afectar uno a otro, una y otra vez.

Solo con nuestros cuerpos predispuestos de esa manera podemos entrar en poesía. Este es el punto más importante. Solo entonces habremos alcanzado a estar en otro sitio y comenzar la tarea de migrar toda nuestra vida a ese lugar.
Solo cuando hemos entrado en poesía comienza nuestro hacer.
Y una vez comenzado ese hacer comienza nuestra práctica de archivo. Archivemos. Escribamos nuestras prácticas. Publiquémoslas en blogs. En revistas. En trabajos de la facultad. Hagamos muchos papeles. Saquemos fotocopias. Hagamos libros. Creemos memoria de lo que hacemos. Las cosas pueden olvidarse. El olvido existe. Por eso, archivemos.
Este es un papel de archivo. Donde hay opresión hay una guerra. Esta es nuestra toma de armas. Este es mi deseo de archivar esa toma de armas.



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