viernes, 23 de diciembre de 2011

[Hace diez años: el malón que no fue: Reflexión sobre el Argentinazo del 19 y 20] - Agrupación Hacha y Tiza

Hace diez años, la gente se cansó, vea lector que no decimos “el pueblo”, sino la gente. El 19 y 20 fue la emergencia de la pequeña burguesía a la política de acción directa. Política que la clase obrera venía poniendo en práctica desde 1994, con los primeros cortes de rutas en Neuquén y Salta.

Hace diez años Colón esperó un malón que nunca llegó. Llegaría desde “Concordia, vienen de Uruguay…” decían los vecinos asustados, el jefe del Cuartel de Bomberos prometió tocar la sirena, si se lo confirmaba la Policía. Milicias urbanas, civiles claro, se armaron y apostaron en lugares estratégicos esperando al malón que nunca llegó. Adeudamos la Historia, que tenga un tratamiento científico –con método, hipótesis y todo- logre despegar este hecho, casi salido del realismo mágico latinoamericano a la racionalidad.
Pero esa pequeña burguesía, tilinga por naturaleza, espantada y fascista latente, pidió, clamó y grito por la propiedad privada que los negros –siempre llamó así a los trabajadores- vendrían a saquear. No los bancos que la habían estafado, no los políticos que la habían ilusionado para volverla a decepcionar, y que pronto volverían en un gracioso traje de pingüino. No, nada de eso, le espantaban los negros, los verdaderos laburantes. Había que ver el pánico con el que escondían la mercadería en los negocios del centro, había que ver las estrategias para encanutar lo poco que quedaba, ante la posibilidad del saqueo. También habría que ver si aquellos, que la anécdota recuerda tomando las armas, en cuál lugar se ubicaron en la lucha por las retenciones, ellos, que seguramente quieren los subsidios, pero no pagar en blanco, pagar los impuestos y se oponen a las retenciones a los grandes, ellos, que con ciega vehemencia adoran a la guita.
Pero la obsecuencia y el analfabetismo político no permitieron ver lo obvio. El malón ya había pasado, venía campeando y saqueando desde antes de aquel trágico`76, y ya poco más que ruinas quedaron cuando la pequeña burguesía se despertó de la fiesta de la pizza y champagne, por ello no encontraron al malón, porque ya había pasado, mientras ellos decían: déme dos en alguna playa carioca.
Dijimos la “Gente” y no “El pueblo”, porque el segundo significa una alianza de las clases subordinadas de esta sociedad, que se unen por un programa común, contra el enemigo burgués, contra el gran patrón, el de mucho millones, el que tiene al Estado entero para que defienda su propiedad privada, y no hace el ridículo con una escopeta del 12 bajo el brazo. Ese enemigo de la patria y de los trabajadores, que la clase media ama, admira y envidia.
Aquel caluroso diciembre, de los más calientes que recuerda este suelo, los trabajadores encontraron a esa otra fracción útil para la causa, en el lugar que el pueblo eligió para manifestarse, en la calle. El obtuso presidente, dudando si sí o si no, se tomó el helicóptero, hubiera preferido seguir con la cabeza en un maseta, pero no había tiempo, el pueblo, esa alianza de trabajadores, estudiantes, profesionales empobrecidos y pequeños comerciantes, se estaba concretando, y amenazaba con su potencial volcánico explotar. Pero amenazó, no más. Una oportunidad perdida.
Algunos dicen que faltaron 30.000 compañeros que no estaban, por haber servido en otra batalla, otros creemos que faltó una organización que debería haber nacido en el calor de la lucha, otros afirman que no existía ni remotamente, una posibilidad más allá de la que vino después.
Por esa costumbre, suponemos que cristiana de vincular una época con un personaje sobresaliente, las décadas se resuelven a partir de cronismos que adjetivan el nombre de alguien: la década peronista, leninista, menemista, e indudablemente, ésta, en la que aún estamos, serán los “años kirchneristas”, y no tanto por el hecho fortuito y casual, por el cual, el visco mandatario accedió al poder de la mano del capo maffia bonaerense, sino porque éste fue el mejor elemento que la clase dominante argentina consiguió –de entre 5 presidentes echados en 15 días - y del pifie manodurista del Hombre del polvo blanco, para mantener el poder en sus manos, para recomponer la hegemonía a favor de los grandes-grandes.
NK, “Él”, fue quién mejor supo medir el pulso al pueblo para no darle lo que este pedía. No se fue nadie, los reciclo a casi todos, pero sí hizo una serie de movimientos que generaron más puestos de trabajo, ante el hambre, la explotación es la mejor salida en este régimen, cualquier hueso es mejor, cualquier hueso. Se generaron cambios importantes, pero de orden simbólico, como el matrimonio gay, o la cárcel a los milicos de la última dictadura, aún de los empresarios beneficiados por ésta el kirchnerismo no habla ¿Obvio, no?
El kirchnerismo no solucionó los problemas de fondo del país, sino que los emparcho triangulando renta agraria –impuestos al campo- para planes sociales que mantienen a la población que el sistema capitalista no puede ocupar –jóvenes, viejos, etc.-. Nada tenemos contra la apropiación de la riqueza socialmente producida, pero sabemos que los problemas no se solucionan con ese parche, sino con una nueva pelota. Todo “el modelo” está apoyado en “el yuyito”, no hay modelo, hay impuesto a la soja, las exportaciones siguen siendo principalmente de materias primas, y soja pelada, que en las estadísticas oficiales aparece como “manufactura”. El potencial de nuestro país está lejos de ser beneficios de los argentinos, la minería y el petróleo, riquezas incalculables y limitadas están en manos de capitales extranjeros que el movimiento “nacional y popular” no mira ni de reojo. En ocho años de “latinoamericanismo” cruzar a Paysandú no cambió en nada, si es cierto que las empresas multinacionales han agilizado su transporte por las nuevas autopistas calcadas del IIRSA, pero para el pueblo, hueso.
La mitología cohesionadora de los K, dice que la juventud participa en la política gracias a las oportunidades que ellos dan, cuando es exactamente al revés, y en una especie de síndrome de Estocolmo, miles de jóvenes dicen que sí, qué es CFK quién da la oportunidad, y no ellos, quienes dan vida y bombo, para esconder que de fondo todo sigue igual. La juventud se acerca a la política por aquellas jornadas de diciembre, por el proceso que se abrió allí, muchos antes que el pinguinaje llegue al poder, cuando aún estaban en los negocios inmobiliarios a la vuelta del glaciar para europeos.
Hoy, con la crisis mundial llegando al sur del Sur, con los recortes de los subsidios, el aumento consecuente de los precios y el cierre a los reclamos salariales, que quiere imponer la presidenta para preservar las ganancias de los patrones, vemos un horizonte gris, que no sabemos si son de nubarrones o del humo que ha vendido el kirchnerismo en estos años. Pero tenemos la certeza que hemos aprehendido de la batalla del 2001, e iremos como Pueblo por todo, por la definitiva solución a nuestros problemas. Por la Revolución necesaria.

¡Arriba el Pueblo que lucha!
¡Qué vivan los Mártires del Argentinazo!

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