viernes, 27 de julio de 2012

Ocasiones/1


Las siguientes son crónicas de visitas realizadas junto a integrantes de la Asociación Civil Barriletes en Villa Mabel (Ciudad de Paraná) donde se trabaja con los chicos involucrándolos en diversas actividades.
Se intenta participar de estas visitas en calidad de Mediador de lectura.



Sobre la mediación de lectura como práctica

La mediación de lectura, concepto relativamente nuevo en el campo de la literatura, tiene una importancia capital cuando se habla de Literatura y Niños. Mediar una lectura implica, básicamente, construir un puente entre el libro y la persona - en este caso el niño.
Esto es indispensable, ya que la lectura no es un hecho que se de por si solo sino existen factores que pongan en contacto al niño con el texto. No se trata de construir un lector, ya que será el lector mismo quien construya su ‘camino lector’[1]. Se trata en cambio de volver consciente al lector de todos el equipaje poético (Textos internos, textos externos) que cada persona posee -así jamás haya estado en contacto con un libro-, derribar prejuicios y miedos en torno a la lectura, crear lazos y espacios íntimos en torno a esta práctica y entender que leer el mundo es una de las más loables formas que tenemos de habitarlo.
Me es de suma importancia dejar en claro esto, ya que existen muchos enfoques desde los cuales se puede trabajar la Literatura y los niños. Sin embargo, este es un intento por abordar el trabajo lejos de intromisiones didácticas, morales, psicológicas[2]. También se puede caer en la búsqueda de imposición de relatos sobre la lectura así como nuevos y arraigados prejuicios en torno a ella. Prejuicios que trataremos de evitar durante este trabajo. Tomando como  lema, para exorcizarlos un rato, unas palabras de Michéle Petit en Nuevos acercamientos a los jóvenes y a la lectura: “Para democratizar la lectura no hay recetas mágicas. Sólo una atención personal a los niños, a los adolescentes, a las mujeres, a los hombres.”
La mediación de lectura acaba en los ojos del niño, en sus oídos, en sus manos. No se puede –ni se debe- intervenir en el interior del niño, en lo que a cada persona le sucede internamente. En este sentido, los resultados de la mediación de lectura son inmedibles.


Por último cabe una pregunta ética y política necesaria: La mediación de lectura en Villa Mabel ¿importa? La pregunta, ojalá, cause horror al expresarla. Aunque lo más probable sea que haya sido una pregunta que el lector de estas palabras ya ha formulado para sí mismo. Sucede que aún existen –y no casualmente, sino como producto de las ‘formas de vida’ que hemos adoptado- muchos, quizás demasiados, prejuicios en torno a la Literatura y el Arte en general. Sin querer entrar aquí en cuestiones que implicarían otros debates (como la pregunta por sí la literatura sirve), creo necesario aclarar mi punto de vista personal: El Arte es un derecho, en primer lugar. Pero no quiero decir con Derecho acá de los derechos legales y toda esa cosa. Es un derecho en serio. Y no basta con que se encuentre protegido por leyes y tratados. Se ha dicho ya que la poesía es un derecho humano tan necesario como el amor. Y por eso digo que es un derecho en serio, porque es tan humanamente necesario como amar y ser amado.  Necesitamos del arte para construirnos como personas. Y esto se vuelve más ontológico al hablar de la Literatura. Puesto que somos lenguaje. Estamos arrojados al mundo, entre el tiempo y el mundo desconocido. Y es en ese contexto que podemos intervenir entre el paso del tiempo que no se puede frenar, y entre el mundo que nos es ajeno, ahí podemos intervenir cuando el aire pasa por nuestra garganta y decimos la palabra. Solo el leguaje nos hace el mundo más habitable, nos proporciona un asidero en él, le construye sentido para que lo habitemos.
Una sociedad escasa de palabras, escasa de modos de ver el mundo, es una sociedad sin mucha mirada. No es poco importante entonces, que un niño de Villa Mabel tenga las mismas posibilidades que cualquier otro de decir el mundo, de darle sentido a su vida.
Por eso hacer esto importa, entre tantas otras razones que iremos descubriendo luego.


Creo que es necesario aclarar por último, el objeto de estas crónicas.
Toda práctica que nos lleve a otros sitios, que nos involucre con otras personas y otras circunstancias supone un proceso de aprendizaje. Entendiendo el aprendizaje necesariamente como un ida y vuelta. Por eso estas crónicas tiene como objetivo plasmar ese proceso, y registrar las enseñanzas que los chicos de Villa Mabel dejan respecto de la ‘pedagogía de la literatura’.

Visita Martes 17 de julio/2012

Esta primer visita tenía por objeto conocer a los chicos y dar cuenta de sus presupuestos respecto a las prácticas en torno a la literatura.
Para ello, llevamos libros de la Biblioteca de Barriletes para colocarlos al contacto de los niños y ver qué sucedía con ellos.
La lectura está rodeada de aspectos sensibles y materiales. Está rodeada de cuerpos y cosas que podemos sentir dentro aunque no palpar.
Por eso no es menor acercar un libro a un chico. Al respecto, robo a Graciela Montes una anécdota que ella a su vez tomó de Francoise Dolto en la que narra la seducción que un libro en su casa le provocaba sin saber leer:

A veces contemplaba yo la cubierta de cartón –cuenta-. Soñaba. Intentaba recordar todos los detalles de una lámina, después abría el libro y siempre me asombraba encontrar la imagen tal como era. En mi recuerdo, los camellos, los asnos, los hombres de turbante todo se movía, y yo me los encontraba inmóviles.

Continúa diciendo que todos los adultos reían al verla hacer esa acción una y otra vez. Sin embargo, su institutriz no. Ella le decía los nombres de las cosas: “Entonces me parecía bien  que las láminas no se movieran, y las miraba con todas esas palabras maravillosas en mi cabeza, y era como si estuviese ahí”[3]
Montes dirá luego que “el cuerpo siempre está ahí. Siempre está, el nuestro y los otros. Personas, objetos, voces, colores, temperaturas, texturas, contundencias. Es desde el cuerpo que nace el misterio y el deseo de descifrarlo.”
Este pensamiento es el que nos lleva a hacer los cuerpos presentes: Los nuestros, los de los chicos, los de los textos. Esta actividad nos exigía pensar necesariamente los libros como cuerpos de la literatura, desde los cuales nace el misterio.
De esta manera, los chicos tomaron los libros, se apropiaron de ellos en cierta forma, y observaron sus imágenes, se dijeron entre sí comentarios acerca de esas imágenes, de las palabras que encontraban.
Entonces, dimos paso a los otros cuerpos que se podían hacer presentes. Por eso Alicia les leyó, agregando color, textura, temperatura a las palabras un poema de Laura Devetach. Repitamos el placer de leerlo:

Secretos en un dedal

Los dedales escondidos
tienen versos en el fondo
y te cantan en la oreja
mil susurros misteriosos.
Dedalito va
dedalito viene
dame algún secreto
porque me entretiene.
La voz de la lagartija
qué se dice en el parral
la fruta del paraíso
y el mar.
Todo bulle
todo suena
todo cabe en un dedal.

La palabra dedal no fue casual. De hecho su aparición nos permitió generar un dialogo con los chicos y el texto sobre qué es un dedal.
El dialogo permitió que se avecinara otro poema de Laura, ¿Sabe usted qué es un dedal?

Es el sombrero del dedo
que va arriando a las agujas
al camino del hilván.
Es vaso de Pulgarcito,
pesebre de caballitos
hechos con miga de pan.
Vive entre hilos y agujas
y secretos enredados
esperando que lo encuentren
y se pongan a escucharlo.[4]

Son las palabras inapropiadas, las desconocidas, las malas, las desubicadas, las sorprendentes: Son esas palabras como dedal, las que iluminan. Una palabra nueva, un destello. Entonces el lenguaje falla, y no me sirve ya para decir nomás que me des el vaso de agua. Entonces el lenguaje nos llama la atención sobre si mismo. Entonces nos preguntamos qué se puede hacer con esa palabra.
Así, con este comienzo incipiente de juego los chicos dibujaron sobre láminas ‘aquello que el poema les había dicho’.
Una consigna vacía de direcciones, para que pudieran ir por donde quisieran. Y se repitió el destello: los niños quisieron dibujar todos a la Lagartija. Bicho, o más palabra, rara que había aparecido así como si nada en medio del poema. Y más aún, querían saber cómo era; por lo que la cuestión se presentó para poder hacer de lagartijas. Este fue el primer acercamiento al libro, un acercamiento de juego, sorpresa y dibujo. Un mezclarlo con otros lenguajes que quizás les son un poco más cotidianos.
 Cabe destacar a una niña que, puesta en contacto con el libro, quiso copiar el poema. Lo hizo sobre la lamina que se le ofreció para trabajar.
Luego se buscó entre los chicos sus palabras favoritas, se las anotó y guardó como material de trabajo y además, en la ronda final, se les consultó sobre si querían o no seguir trabajando con palabras.

Visita del 24 de julio/2012
En esta segunda visita, se trató de llegar con una actividad organizada y disparadora. Una actividad construida a partir de lo sucedido en el encuentro anterior.
Por ello, se armó una ronda a un costado del mástil y se dispuso a que se leyera un cuento.
Se trató del Cuento de la polla de Laura Devetach. Devetach, a la hora de narrar, se distingue por su capacidad de hacer que las palabras tomen forma, suenen tanto que hasta se hagan presentes. Sus fluflú, guglú, pupipu hacen el lenguaje más perceptible y continúan la línea anterior de lograr ver a las palabras como palabras.[5]
Se propusieron varios juegos que acompañaran a la lectura del cuento. Por un lado, la dramatizar del relato a partir de una persona. Instancia que cumplió Alicia en primer lugar. Y también un juego sonoro junto a los chicos. Así cada vez que esta polla tan qué se yo decía qué se yo, los niños debían realizar un sonido en particular.
La primer lectura arrojó buenos resultados, pero una discusión entre dos de las niñas provocó que se perdiera el momento de lectura. Ante esto, se decidió retomar el ejercicio por segunda vez luego de llegar a un acuerdo común entre todos quienes estábamos en la ronda de volver a jugar con el cuento. Esta vez fue una de las niñas quien se animó a ‘hacer de’, mientras que el resto se mostró más atento a los qué se yo.
Los resultados fueron muy buenos. Esta lectura comunitaria, hecha en voz alta y anexada a diálogos, preguntas, comentarios, dio una nueva perspectiva de lectura.
Elijo cerrar esta visita con un fragmento de una conferencia de Michéle Petit, que me ayudó a confiar en el poder de la literatura y todo lo que puede hacer en Villa Mabel:

“Cuando uno tiene la suerte de acceder a ella, la lectura siempre produce sentido, incluso tratándose de jóvenes, incluso en medios que a priori están alejados de la cultura escrita. La lectura siempre produce sentido, aun para lectores poco asiduos, que si bien no dedican mucho tiempo a esa actividad, saben que algunas frases halladas en un libro pueden a veces influir en el rumbo de una vida. Y esa práctica tiene para ellos virtudes singulares que la distinguen de otros entretenimientos; para ellos el libro es más importante que lo audiovisual en un terreno: cuando permite abrirse a la fantasía, a lo imaginario, al mundo interior.
Al igual que ellos, estoy convencida de que la lectura sigue siendo una experiencia irreemplazable, donde lo íntimo y lo compartido están ligados de modo indisoluble, y también estoy convencida de que el deseo de saber, la exigencia poética, la necesidad de  relatos y la necesidad de simbolizar nuestra experiencia constituyen nuestra especificidad humana. Por todo esto, estoy empeñada en que cada hombre y cada mujer puedan tener acceso a los libros, con los cuales él o ella van a situarse en una lógica de creatividad y de apropiación.”[6]



[1] Tomo este concepto de Laura Devetach, presente en su magistral obra La construcción del camino lector, 2008, Comunicarte, Bs. As.
[2] El concepto de ‘intromisiones’ pertenece a Díaz Rönner quien lo volvió moneda corriente con su ya clásico Cara y cruz de la literatura infantil, 2007, Lugar Editorial, Bs As.
[3] Todas estas reflexiones pueden ser halladas en el artículo “Cuerpo a cuerpo” incluido en Montes, Graciela La frontera indómita. En torno a la construcción y defensa del espacio poético, 2001, Fondo de cultura económica, México.
[4] Se puede oír versiones on line de estos poemas leídos por la misma Devetach. El libro es Secretos en un dedal y fue editado por la UNL en 2003 [Disponible en Biblioteca Esos otros mundos]
[5] Entender a la palabra en tanto palabra es una de las cualidades de la lengua poética. Desde los estudios formalistas a comienzos de siglo, se considera que la percepción de la palabra poética desautomatiza nuestra percepción del mundo. Una vez que logramos que un dedal deje de ser solo un dedal, estamos consiguiendo interpelar al objeto en tanto objeto, como a la palabra en tanto palabra. Sin el arte –llegaron a afirmar los formalistas- la piedra no sería piedra.  Ver Todorov, Tzvetan “El lenguaje poético” en Critica de la critica, 1984, Paidos, Madrid.
[6] Petit, Michéle, ¿Construir lectores? Esta conferencia fue leída en la mesa redonda "Estrategias para la construcción de lectores", durante el Congreso Internacional de Editores de Buenos Aires, el 1 de mayo de 2000. [El fragmento pertenece a su versión on line disponible en www.psi.uba.ar/academica/cursos.../recursos/construirlectores.doc, visto el 26 de julio de 2012.]

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