miércoles, 8 de agosto de 2012

Apuntes para mover un elefante (V): Politizar los sentimientos


¿Escuchan Sigur Ros? Es una banda islandesa. Dicen que hacen post-rock. La cuestión es que sus temas están buenos para cuando uno quiere dejarse fluir. Como yo ahora. Una amiga dice que uno elije las cosas que va a hacer. Y siempre discutimos sobre si uno elije o no enamorarse. O más bien, si uno elije o no sentir algo. Al respecto, hace poco, llegamos a un acuerdo: Uno quizás no elije sentir ciertas sensaciones, pero está en uno la posibilidad de seguir sintiéndolas o no. Sé que nuestra teoría de entre casa es muy discutible. Pero se me viene a la mente ahora para explicar esto.
Y es que pongo los temas de Sigur Ros y comienzo a escribir esta nota, sabiendo que estoy eligiendo sentir esto. No es angustia ni tristeza, pero si una preocupación o una necesidad de observar largamente algo. Y lo hago en una especie de ceremonia intima.
Y como estas páginas sirven para preguntarnos, para pensar las relaciones de política y juventud, y en fin de cuentas, para tratar de saber cómo mover el elefante, elijo colocar esa sensación aquí.
Hasta acá, ¿de qué hemos hablado? Al principio, de algunas certezas y dudas que nos permitían poner una tierra firme sobre la cual hacer este camino. Algunas certezas de ese entonces eran que somos jóvenes, que pertenecemos a una generación. Y que queremos hacer algo. También poníamos en cuestión que nuestro deseo de huir de la realidad -por darle nombre a la sensación- no era un deseo irracional o inocente. Sino que se trataba quizás de una actitud política.
Luego, en el camino, hubo cosas que observar: La toma de la UADER -vaya el más hondo de nuestros gestos a esos estudiantes-. la necesidad poética -¿de qué otra forma podía ser?- de habitar el mundo y las estrellas, o sueños, o esperanzas, que nos dan un cielo para el camino.
Entonces podríamos agregar otras certezas a aquellas primeras. Certezas del tipo: No estamos tan mal por dentro como generación. Nos lo dijeron tanto que hasta nos lo creímos nosotros. Pero procesos políticos tan interesantes y hermosos como el sucedido en el pedido de Normalización de la UADER nos demuestran que no es así. Así que aquí una certeza. Busquemos otra: Hay una fuerza poética que nos permite habitar el mundo, algo más allá de lo que vemos nos hace coherente estar vivos. Algo de lo que quizás -seguramente- no tenemos la mínima idea qué es. Pero algo a lo que a través de cosas tan mágicas como la poesía nos asomamos. Y otras más: Necesitamos estrellas para iluminar la noche. ¿De qué otra manera veríamos más allá del elefante que nos atraviesa?
Sé que estas conclusiones parecen tontas. ¿Qué decir al respecto? Bueno, nada, son conclusiones de un camino y tratan de ser reales. Tratan de ser honestas. Y son elecciones también, por qué no. Se trata de haber elegido caminar de esta manera.
Así que aquí estamos con nuestros apuntes. Llegados a una parada demasiado compleja. La cual traté de evitar, pero que hoy elijo nombrar, elijo poner la música de Sigur Ros, abrir la hoja en blanco y tratar de desmenuzarla. Se trata del lugar que ocupan los sentimientos en todo esto.
Y hablo de ellos porque los encontré en el camino. Tan perdidos ellos, como de costumbre. Los encontré el viernes por la mañana, dando un Taller en la Escuela Hogar cuando Agustín escribió conmigo un cuento. Los encontré después de mucho tiempo ese día. Y fue fuerte, debo decir. Incluso días después tuve que encerrarme a tener mi catarsis de aquel momento, de cómo Agustín me había demostrado nuevamente la fuerza transformadora de la Literatura puesta al contacto, al roce, con los niños. Y desde ahí, desde esa mañana, se me han seguido presentando demasiado evidentes. Estaban sin peinar siquiera cuando el sábado a la tarde, durante el plenario de Barriletes, volvieron a aparecer. Tal es así que cuando finalmente me dispuse a leer Dario y Maxi. Dignidad piquetera. -sobre el asesinato represivo de estos dos piqueteros en Avellaneda en junio de 2002- llegó un punto en que me tomaron por completo y se expresaron. Tuve que parar la lectura y llorar cuando militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados Anibal Veron relataban que Dario al  volver al lugar donde estaba el agonizante Maxi, consciente del peligro que corría, un peligro que le costó la vida, lo hizo por todos y lo hizo en nombre de una generación.
Entonces supe que debía escribir este mes sobre los Sentimientos. Y la necesidad enorme de que ellos formen parte de cualquier proyecto político-social que tengamos. Ya que mover el elefante implica organizarnos y eso implica una acción puramente política. Y quería apuntar eso: Para mover el elefante necesitaremos a los sentimientos.
Nombrados, presentes, puestos sobre la mesa.
Y así, una vez que los tengamos con nosotros podremos comenzar a darles forma. Darles contenido, parte, en la acción. Sí, necesitaremos politizar los sentimientos. Tenemos que hacer algo con la tristeza, como la tristeza de los compañeros militantes del MTD ante el asesinato de Dario y Maxi convertida en más acción, en una toma de voz, hecha ese increíble material que es el libro que mencioné. Tenemos que hacer algo con la alegría que nos queda o que podemos fabricar. Contagiarla quizás, contagiar la alegría del hacer por ejemplo. Y hacer algo con toda la esperanza que tenemos sobre el mundo.
Creo que así me gusta, esta teoría de entrecasa de la que podemos hacernos para el camino: Politizar los sentimientos. Creo que le pediré a Juan que agregue un correo arriba de la nota, así vamos viendo quienes se suman a politizar los sentimientos. Necesitamos ese camino, y esa lucha, en Barriletes.

para Barriletes
Agosto 2012

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