domingo, 30 de diciembre de 2012

[Pensar la literatura entrerriana] - Homenaje a Emma Barrandeguy por parte del Instituto Hannah Arendt (Año 2005)




Diana Maffía: Bienvenidos al Instituto Hannah Arendt. Hoy iniciamos un ciclo que llamamos “un mar de fueguitos”. Cuando Uds. recibieron la invitación, seguramente también recibieron el cuento de Eduardo Galeano, del cual tomamos la inspiración del nombre. El cuento habla de un aborigen que sube al cielo y ve que la tierra vista desde el cielo, se ve a la humanidad como un mar de fueguitos,  y dice que hay fuegos grandes, hay fuegos pequeños, hay fuegos vivos, fuegos tontos y hay fuegos que cuando pasan arrasan todo a su paso. Yo quería homenajear a estos fuegos, estos fuegos que en tiempos de mucha oscuridad, como han sido muchos de estos años recientes en la Argentina, mantuvieron la antorcha y que son personas a las que no tuvimos fácil acceso. 

Me gusta la idea de poder  crear un puente con ellas y que nos cuenten su vida, y que en esta vida podamos proyectar otro futuro, un futuro en el que recolectamos del pasado esas historias y no otras, porque finalmente cuando uno hace no historia sino genealogía, elige del pasado las historias en las que quiere inspirarse.
Las mujeres hemos aprendido a hacer genealogía. Hemos aprendido desde el presente que queremos construir, a elegir, del pasado las historias en las que queremos inspirarnos. Y empezamos esta especie de lujo que nos damos en el Instituto y también de homenaje a esos fuegos enormes, con un homenaje a Emma Barrandeguy.
Lo  hemos pensado de una manera muy sencilla y muy cálida, esperamos, para que todas podamos intercambiar con ella. Para empezar, Emma es poeta. Entonces vamos a empezar con un poema de ella y Lea Fletcher, que es directora de Feminaria Editora y especialista en Literatura del siglo XIX, y especialmente en Literatura de las mujeres del siglo XIX y del siglo XX, va a hacer una presentación de Emma y van a tener un diálogo en donde esperamos que Emma nos cuente algunas cosas de su vida y que también nos cuente algunas cosas de su obra. Así que los dejo con lo más interesante. Empezamos con el poema.

 “Las puertas” (1974)

Un hombre. Las costas verdes, los arandizales
El mostrador donde acodabas tus hazañas,
aquellas suelas y el martillo curvo.
las telas de las nutrias,
la manta, testimonio de esa fiebre
que trajiste del Norte.
El machete triunfal sobre las pajas,
las redes abiertas junto a tus polémicas,
la canoa prestada  y los anzuelos, 
la cuadra de batatas que dejaste sembradas
entra en el territorio del recuerdo,
porque la vida de un hombre, de un loco, de un rebelde,
de un disconforme eterno
de un hombre que no supo hacer dinero
pero sí caminar, conversar, beber, estar en desacuerdo
y desatárselo en palabras a la gente,
porque la vida de un hombre como tú, digo
no es más que esto,
una enumeración de circunstancias, 
el recuerdo de un proceso,
una barba crecida, un hijo muerto, unos ojos brillantes,
grajos del Gualeguay entre los remos.
En el agua tenías que morir, no hay que asombrarse
Tendiendo redes en la noche, para pescar, por fin, tu corazón inquieto.



Emma Barrandeguy: Éste era un hombre de una familia muy rica, que abandonó su casa porque a los 13 años, el padre le pegó una paliza por sacar un aplazo y se fue al Norte y se hizo un ranchito lindísimo y contrajo el mal de Chagas, que se puede sobrevivir pero que frecuentemente dan ataques. Paró en Gualeguay. Terminó sus días de zapatero remendón, y cuando se hizo la Revolución del ‘30, que ninguno de Uds. había nacido sin duda, él fue hasta los militares que estaban en el regimiento en Gualeguay y tiró un ladrillazo adentro, como era radical, y esto casi le cuesta la vida. Lo detuvieron y lo iban a fusilar, si no le pedía todo el mundo de Gualeguay que dejara vivir a este viejito atorrante, este zapatero remendón. Ahí murió, se cayó borracho de la canoa y se ahogó en las aguas del río. Ésta es toda la historia del viejo éste.  Asarini se llamaba.

Lea Fletcher:  Justamente esta historia me lleva a una pregunta. De las cosas tuyas que yo he leído, que es casi todo menos el teatro y una parte de tu poesía, encuentro mucho autobiográfico o biográfico de tu familia. Vi en este poema, algo, un poco de Jorge, que murió de chico ahogado, de tu padre que era un hombre muy suelto que hablaba mucho de política con la gente, y sabiendo que vos comenzabas a escribir a los seis años, por lo  menos eso es lo que vos decís en la radio, por causa de un libro que te trae tu madre. Evidentemente ese libro te afectó muchísimo, ¿te acordás por qué?

E. B.: Porque ese libro, era un libro de poesías. Ese libro es de Margarita Caprile. Era una familiar de los Mitre, publicaba en La Nación, y había libros que regalaban en Clarín. Entonces, mi madre –no sé  si lo compró o se lo regalaron– me lo regaló y nos leía poesías. Ella nos leía una frase que decía que había que perdonar a esa poeta porque hacía poesía bordando en bastidor. Yo decía ¿por qué? si las poesías se podían hacer de cualquier modo. Yo me preguntaba por qué decía ella eso si la poesía sale por todos los vientos, va por todos los países.

L.F.: Para las persona aquí que no lo sepan lo que Emma acaba de citar está tanto en Andamio, como en el libro que le sigue Crónica de medio siglo. Emma comenzó a escribir a los seis años y publica en un diario algunos poemas en el ‘36, pero su primer libro se publica en el ‘64. Emma, vos habías venido ya a Bs. As., ya estabas viviendo acá y trabajando en Crítica. ¿Por qué pasó tanto tiempo entre tus primeras escrituras y tu primera publicación?

E. B.: Porque yo no pensaba en, no tenía idea de, publicar nada. Yo hacía apuntes todas las noches, y esos apuntes se transformaron después en esa literatura. Uds. se creen que es buena, pero yo no.

L.F.: Yo sí. La obra de Emma la leí hace muchos años, cuando estaba haciendo una investigación sobre las mujeres que escribían  entre el ‘30 y el ‘45. Su obra trata de esa época. Es como estar leyendo, viviendo, algo que está ahí, por la manera en que ella lo describe. Es muy vivo. Por eso es las preguntas que te quiero hacer ahora: ¿por qué tardaste tantos años en publicar? ¿por qué para vos eran apuntes? ¿esos apuntes fueron hechos en el momento de la historia que estás contando y fueron publicados muchos años después?

E. B.: Esos apuntes fueron hechos en muchas noches de aquellos tiempos. No eran libros; eran cuadernos. Un día hice el trabajo más duro, que es armar un libro y darle un formato. Después encontré un editor –Echegaray– que  nos explotaba  divinamente. Tenía una revista literaria y recibía muchísimos libros. Siempre encontraba a mujeres dispuestas a escribir y hacerse famosas que lo ayudaran. Tenía una gran pila de libros y los distribuía entre las víctimas, que éramos las que nos tentábamos con la vanidad y el deseo también de  figurar en la revistita de él. Entonces nos daba tres o cuatro a cada una y nos pedía que hiciéramos la crónica. Nosotras hacíamos la crónica, pero algunas habían firmado y entonces salían en la revista. Es así. No son casualidades las cosas.  ¿Sabés lo que pasaba? Que Echegaray vivía a la vuelta de Crítica, así que tenía imprenteros fáciles.

L.F.: ¿En qué año viniste a Buenos Aires?

E. B.: En el ‘37

L.F.: Te quedaste acá 22 años y después volviste a Gualeguay.

E. B.: Sí,  pero no tan enseguida. Viajé muchas veces. Hacía otras cosas. Vendía alhajas.

L.F.: ¿Quién las hacía? ¿Una conocida?

E. B.: Mira, yo trabajé en el Instituto de Orientación Vocacional, como voluntaria de la Facultad que estaba en Florida. Después como di con este hombre que era tan bueno,  (no recuerdo el nombre), (el Rector era  Frondizi,  uno de los Frondizi)  él me quiso tomar de efectiva, pero yo ya estaba jubilada y mi jubilación era mayor de lo que me pagaban en la Universidad,  entonces tuve que irme. Había una compañera que me dijo que el suegro vendía alhajas; ”si querés –me dijo–  vos vender alhajas, andá a hablar con él y él te va a dar un estuche”. Fui  a  hablar con él, que vivía a media cuadra de la policía y él me recomendó: “no le venda nunca a un policía, ni a los maestros porque nunca tienen plata” y me dio un estuche lleno de alhajas de oro. Yo empecé a vender, porque en ese tiempo se  podía gastar en Bs. As. Empecé a vender en el Banco Central, en la Facultad, en todas partes. Pasaba hasta dieciséis horas en la calle vendiendo y me rendía una barbaridad. ¡Ja! Mientras yo fui a lo del viejo no me rendía nada, él me daba un porcentaje.  Después fui a la calle Libertad, y vi que los relojes que yo estaba vendiendo a $400, en Libertad se compraban por  $150, entonces pensé que voy a ahorrar un poco y me los compro yo y los vendo yo por mi cuenta. Bueno, así hice, y me fui armando de proveedores  de relojería y de joyería que fueron muy buenos conmigo y las vendía en el Banco Central.

L.F.: ¿Eso fue  después de Crítica?

E. B.:  Sí, sí.  Cuando me jubilé.  Me entraba tanta plata de la alhajas que yo no llegaba a gastarla . Con eso hicimos la Galería que Uds. conocen, los veraneos.

L.F.:  Cuando vos llegaste a Bs. As. y comenzaste a trabajar inmediatamente en Crítica, vivías con los Botana ¿no? 

E. B.:  No, yo vivía con Salvadora. A veces estaba en la quinta con las sobrinas. Las sobrinas tenían una persona que las cuidaba. También fui bibliotecaria en una época. Llegaba un camión de libros, un camión volcador, y los volcaban en una playada que había en un patio. Volcaban ahí la biblioteca entera que compraban y los juntábamos nosotros y los ubicábamos en el lugar de cada uno, sin clasificarlos, porque eran muchos. Se compraban bibliotecas enteras.  Botana era un hombre muy culto, muy culto.

L.F.:  ¿Qué pasó con todos esos libros?

E. B.: Se perdieron.

L.F.: ¿El libro que escribiste sobre Salvadora se iba a publicar en la colección que dirigía Félix Luna  en Editorial Planeta? Era una colección de mujeres argentinas.

E. B.:  Sí, pero no en Planeta. Yo no sé si Félix Luna estaba vinculado a Planeta en ese entonces.

L.F.:  Entonces estoy mal informada; lo leí en una entrevista. En el libro Andamio, la voz narradora es la voz de una joven, siempre joven. Creo que sos vos.

E. B.: Yo creo también.

L.F: En ese libro además de ser la protagonista una joven, es una joven muy inquieta, muy rebelde, que admira mucho a su padre, y supongo por esas cosas que yo he admirado mucho al mío, porque vivía en el mundo de afuera, no en la casa. ¿Es cierto eso? A mí no me gustaba mucho la voz del mundo de adentro ¿y a vos?

E. B.: A mí tampoco. Pero me gusta cocinar. Eso sí, aunque soy muy desabrida cocinando.

L.F: Ésta es una cita del libro: “Lo que los demás llamaban su rebeldía, crecía con los libros leídos a montones en las bibliotecas populares. Junto con las mejores lecturas que  Herminia Brumana la iba invitando con paciencia en sus cartas”. Herminia Brumana era una anarquista, casada con un socialista, Solari. Era educadora y una excelente escritora, además de ser una mujer alta y bella, que dedicaba toda su obra  a las mujeres y a la educación. Eran sus dos pasiones. Vos leías esto y escribiste una obra sobre ella . ¿Tenés ejemplares?

E. B.:  No, tengo muy poco.

L.F.:  ¿Podés contarnos qué hiciste con esta obra? Es inhallable. ¿Podrías contarnos acerca de ella?

E. B.: Mira, a mí Herminia, me enseñó muchísimo,  porque yo  me escribía con ella. Yo, en un ataque que no sabía con quien compartir cosas en Gualeguay, me escribía con todo el mundo.  En cuanto tenía la dirección de una revista  en la que salía una nota, ya iba la carta. Las cartas llegaban en un día, entonces, porque las cartas iban en tren. Ahora quedaron todas las poblaciones abandonadas. Las cartas, ¿saben adónde las llevan ahora? A Santa Fe, de ahí las pasan a Paraná y de Paraná las distribuyen a los pueblos. Tardan seis días, y antes las teníamos en un día, porque llegaban en tren.

L.F.:  ¿En tus correspondencias con Herminia, ¿algo te hizo escribir este libro sobre ella? ¿Es sobre ella o sobre la obra de ella?

E. B.: Yo leí toda la obra de ella. Asistí a sus clases, que fueron cerca de Chacarita, en su escuela, que tenía alambrado la  escuela de ella.

L.F.:  ¿Hiciste un estudio de la obra de ella?

E. B.: Sí, y gané dos premios con esa obra.

L.F.: ¿Se la mandaste a ella?

E. B.: Probablemente no. Ella murió en el 54. Ahora te diré una cosa, esa obra no la leyó nadie. La gente lee solamente lo que tiene cosas de sexo, una mezcladito de sexo. Entonces yo me hago famosa con esa mezcladita de sexo, que corresponde a lo que exige ahora la sociedad. Ahora, a Herminia no la ha leído nadie. La habrás leído vos, pero no la ha leído nadie.

L.F.:  Lamentablemente, porque de esa época es una de las mejores escritoras.

E.B.: Y educadora también. Nunca estuvo sentada en clase, siempre dio clases de parada.

L.F.: ¿ Vos por qué ibas a las clases de ella?

E. B.: A ver la escuela cómo era.

L.F.: Pero vos eras grande...

E. B.:  Si, yo era grande pero tenía curiosidad igual.

L.F.: ¿Podrías describirnos un poco tu trabajo mientras estabas en Crítica?

E. B.:   Los siete pisos de la casa los recorría haciendo siempre cosas. Yo trabajaba en el cuarto piso en contaduría, el restaurante estaba en el séptimo, no me acuerdo todo ahora.

L.F.:  ¿No escribías?  ¿No eras periodista?

E. B.:  Sí, sí, también. Había publicado dos o tres artículos. Uno sobre Herminia, tengo los recortes, pero no me acuerdo. Ahora tengo una página en el diario, una página que abro los domingos y me entretengo con ello.

L.F.:  ¿Sobre qué escribís?

E. B.: Recorto lecturas, poesías que me mandan, muchas poesías que me mandan jóvenes. Trato de que los jóvenes se divulguen dentro de lo posible.

L.F.. : ¿En qué diario publicás? 

E. B.: En el diario local, El Debate Pregón. Está en Internet

L.F.:  ¿Estás escribiendo obras ahora?

E. B.: Escribiendo apuntes. No digas nada.

L.F.:  Precisamente eso es lo que queremos saber. ¿Cuándo te casaste?

E. B.: En 1939. En Bs. As.

L.F.:  Entonces era de Bs. As. tu marido.

E. B.: No, era un norteamericano pobre.

L.F.: ¿Él falleció hace muchos años?

E. B. :  Si, hace como 15 años. No tengo precisa la fecha.

L.F.: ¿Entonces Uds. volvieron a vivir a Gualeguay?

E. B.: No, no, no, porque él se fue.

L.F.: ¿Volvió a EE.UU.?

E. B.: El último trabajo que él tuvo fue en un petrolero. Yo me aseguré bien que el petrolero fuera a Inglaterra, porque si no, ya sabía que no volvía y me aseguró el capitán que sí, que volvía. Después fue a EE.UU. En EE.UU. desertó, como dicen los criollos, y se fue a ver a su madre a Boston. Porque él era yanqui, yanqui, es decir, era de Masachussets. Él me decía un destrabalengua con Masachussets.

L.F.: Quiero que nos hables un poco de tu poesía. ¿Vos considerás tu poesía como apuntes, como tus  novelas?

E. B.:  No, las poesías son hechas cuando viene la inspiración. Cuando la hoja en blanco te dice algo que tenés  que llenar.

L.F.: Tenés dos libros de poesía  ¿no es así?

E. B.: No, tengo más. Tengo tres.

L.F.: (Al público): A propósito, hablando de los libros de Emma ... ella trajo algunos libros que son inhallables y están ahí  afuera.    
               
E. B.:  Si quieren comprar, yo me iría allá y escuchar desde allá........(risas)

L.F.: En las primeras páginas del libro El Andamio la protagonista dice: “En general como se comprimían las gentes provincianas, heroicamente, sobre todo las mujeres, se las veía contenidas, al borde de estallar, pero acaso lo mismo  ¿no pasaba en Bs. As? ¿no era la misma maledicencia el escape de las compañeras de oficina que había conocido?” ¿Cómo compararías ahora las mujeres de la provincia, esas mujeres comprimidas de la  provincia con las mujeres de la ciudad?  

E. B.: Las mujeres de la ciudad en Bs. As. no salen de sus barrios. Yo te digo con mis familiares, de parte de mi madre, no te voy a hablar de los Barrandeguy, no salían nunca de su barrio. No van a Florida. Yo conocía más de Bs. As. que ellos. Están enquistadas en su barrio y llevan la misma vida que un provinciano, a las que yo les vendía alhajas en el Banco Central venían casi todas de la Provincia de Bs. As., de lugares cercanos y ¿qué hacían esas chicas? Entraban a la oficina corriendo, salían de la oficina corriendo, iban a cocinar a sus casa corriendo ¿qué vida tenían esas chicas? Una vida barrial, igual.

L.F.: Hoy en día  ¿vos dirías que es lo mismo?    

E. B.: Sí, con alguna variación.

L.F.: Sería un poco la mujer que sale a trabajar y viene al Centro, pero la que no trabaja...

E. B.: ¿Porqué no trabaja la que no trabaja.  No trabaja afuera. Si no hay ocio no hay problema. El ocio, dicen, se lo dio a la mujer el lavarropa y la heladera.

L.F.: Todavía la mujer se encarga de hacer andar el lavarropas y todo lo demás, así que mucho ocio no es. (Al público): Quiero leer otra cita de Emma. En su libro Salvadora, una mujer de Crítica,  dice Emma: “Alguna vez leí una entrevista a Salvadora que la ha marcado como una mujer nada convencional, así era. Por eso tal vez, no se la quería, como no se la quería a Alfonsina, en su época. Fueron sin embargo dos mujeres que lucharon duro por lo que se llama hoy el feminismo”.  ¿Vos, sos feminista?

E. B.: Yo nunca fui feminista. Porque el hombre y la mujer deben liberarse a la vez. O la sociedad debe liberarse para que sean libres, el hombre y la mujer.

L.F.: ¿Vos creés que la mujer está en iguales condiciones para poder hacerlo?

E. B.: Está luchando.

L.F.: ¿Quiénes están luchando?

E. B.: Las feministas (risas).

L.F.: Las mujeres hacemos esto y algunos hombres también. No nos olvidemos nunca de Alfredo Palacios, por ejemplo.

E. B.: Y Don Antonio Solari, el esposo de Herminia

L.F.:  Él muy feminista no era. ÉL tenía sus reuniones en el living y ella en la cocina.

E. B.: Pero no vivían juntos ellos. Eran un matrimonio moderno.

L.F.:  Vivían y no vivían juntos. Tenían sus cosas. Bueno, como muchos matrimonios hoy en día. No es tan mala idea vivir en departamentos diferentes.

E. B.: Es buenísima la idea.

L.F.: Particularmente para la mujer.

E. B.: Yo te diré que nadie cuenta la primera noche matrimonial, que hay que adaptarse a la cama de dos plazas. ¿A Uds. no les da miedo? Bueno, ahora sí porque duermen juntos antes, pero lo hacen en camas chicas igual. Hay que adaptarse a la cama grande.

L.F.: Ahora hay camas aún más grandes.

E. B.: Ahí ya no me meto.

L.F.:  (Al público):  ¿Uds. quieren hacer preguntas o comentarios?
                   
D.M.: Quiero comentar que cuando la invitamos a Emma -y quiero agradecer muchísimo a Cristina Barrandeguy, sobrina de Emma, que es alumna del Instituto Arendt-, que esta idea la acariciamos meses y meses hasta lograr, porque lo queríamos hacer en diciembre, pero no pudimos hacerlo, hasta lograr este placer que es tenerla a Emma acá. Cristina le llevó algunos apuntes del curso a Emma Barrandeguy, y Emma me mandó manuscritas, las tengo atesoradas, sus observaciones sobre mis apuntes, entre otras cosas diciéndome que yo ponía demasiado énfasis en los derechos de las mujeres, observación que mis alumnos y alumnas me han hecho también; Emma, como socialista, creía que había que luchar por la libertad de todos los seres humanos, cosa que como feminista suscribo. Efectivamente luchamos por la libertad de todos los seres humanos. Me hizo una serie de observaciones sobre partes de mis clases. Y una cosa que me encantó es que se nota que la superficie del papel lisa es una provocación para Emma. Escribía en todo el papel, entonces en los bordes o en el reverso de los papeles que me mandaba con las observaciones, había otras cosas escritas,  preciosas. Una, que estaba tachada hablaba del jardín. Decía cómo cambiaba de lugar las plantas del jardín y las rosas iban para un lado y se sacaba aquellas plantas que no le gustaban y las que daban sombra iban a ir al sol. Y al final decía el ingeniero hizo el trabajo y no cobró. Defínanme ese misterio.  ¿Era un proyecto para el jardín o era un poema? Porque era un poema.

E. B.:  Era un ingeniero, que es amigo de Adriana, que me lo mandó a casa y ella no estaba. Entonces revisamos todas las plantas con él, las que había en la casa de Adriana y en casa. Yo fui sacando apuntes y él me decía: este árbol está bien, todo eso que está escrito ahí. Yo lo escribí después y si salió una cosa parecida a literatura, fue un poco intencional, tal vez porque era  para guardárselo para ella.

D.M.: ¿Y está pasado en limpio ese poema? Va a haber que rescatarlo, porque es precioso, está tachado, pero es precioso.

E. B.: No es un poema, es un apunte.

D.M.: ¿Y por qué los llamás así?

E.B.:  Son apuntes. Yo los improviso.

L.F.: ¿Cómo pensás que la gente se siente a escribir una novela? ¿Vos pensás que todo el  mundo escribe y llena apuntes o capítulos?

E. B.: No, no. Ahora, las editoriales te dan el tema que tenés, que son trasnacionales  o supernacionales.  Adelantan  350 pesos o quizás más; para el libro forma un equipo que hace la investigación y se hace un libro sobre cualquier mujer histórica. Así se maneja ahora.

L.F.: Las grandes, puede que sí.

E. B.: Las editoriales son de todas partes del mundo, conservan el nombre de acá, pero no son nuestras. Se reúnen en Francfurt, y deciden  en Alemania, qué temas se van a tocar. Un poquito de sexo, un poquito de violencia, un poquito de lo detectivesco y aquí hacemos la receta.

L.F..: ¿Vos leés lo que va saliendo ahora en el mercado? ¿Leés más poesía que narrativa?

E. B.: Poesía. leo la que me traen.

L.F.: ¿Cómo te llegan? ¿Por el correo?

E. B.: No, me las trae una chica de Paraná

L.F.: ¿Libros de mujeres tenés?

E. B.: Tengo una página entera de poesías femeninas. 

L.F.: ¿Hay buenas librerías allí?

E.B.: No, hay una sola. Yo estoy peleada con la dueña.

L.F.:  Entonces tenemos problemas. Es difícil conseguir libros en las provincias y además conseguir un libro de otro país también es difícil

E. B.: Para nosotros es muy difícil porque son muy caros. Ahora salió un libro sobre Juan L. Ortiz que está hecho en México, pero cuesta $310.

L.F.:  ¿Porqué no nos contás que hacían en ese grupo que formaron en Claridad?

E. B.: Yo prefiero hablar de otra cosa. Con Mario Bunge formamos la Universidad Obrera.  Al  principio tenía unos asientos de paja y luego se transformó en un edificio enorme. Yo daba clases al Sindicato de la madera de Castellano, porque eran todos polacos, lituanos y ellos iban a aprender castellano; el policía que vigilaba la clase, por supuesto, también me traía los deberes. Fue antes de Perón.

L.F.: ¿Con Mario Bunge, que está ahora en Canadá? Ahora es liberal.

E.B.: Sí, sí con Marito. Te lo estoy diciendo, ¿sabés por qué? Porque hay una persona que quiere información sobre la Universidad Obrera. Yo quiero que vos me averigües dónde puedo encontrar esa información. Esa Universidad se transformó inmediatamente en un edificio enorme en Congreso, de cinco pisos creo, que después fue de PAMI. De ahí pasó a un edificio mucho más grande. Se dictaban cursos de toda clase. Por ejemplo cursos de capacitación. Los obreros eran mano de obra barata, porque no tenían capacitación laboral todavía. Eso creo o ¿me equivoco? Eso hizo que fuera muchísima gente a aprender y fue el primer Instituto que cerró Perón.

L.F.: Como lo que pasó después con el Constancio Vigil en Rosario —los militares lo cerraron y después fue apropriado.

E. B.: Vos hablás los militares del proceso. Yo te estoy hablando de Perón en el ‘44.

L.F.:  Como  este tipo de instituciones, por ejemplo, ahora tenemos la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo. Eso es gratuito o pagás lo que podés, pero es prácticamente gratuito. No hay muchas cosas así.

E. B.: ¿Quién maneja la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo?

Prof.:  Hebe de Bonafini, y en un paquetito le estoy dando uno de los libros que hacían las Madres de Plaza de Mayo, que se llama “Revolución en las casas  y en las plazas”.

E. B.: Muy bien ¿Y quién mantiene a la garrapata?

L.F.: Ése es todo un tema.

E. B.: ¿Y por qué España le retiró el subsidio por hablar bien de la ETA? Yo también hablo bien. Por ahí yo soy descendiente de vascos y hablo con un chico de España que también habla bien. Yo creo que porque ella hablaba bien de la ETA, le retiraron el subsidio que le daban. ¿Bonafini es mejor que Carlotto o las dos son buenas?

L.F.: A ver, a ver... son muy diferentes ellas. ¿Alguién quiere contestar esto? 

Participante: Bonafini dice brutalmente lo que piensa cueste lo que le cueste. La otra señora tiene cierta diplomacia.

E. B.: Yo creo que mete la pata. ¿Vos creés que tiene más mérito Bonafini que Carlotto?

Participante: La obra de Bonafini es superior a la de Carlotto. Lo que hace, su obra,  tiene más trascendencia que la obra de Carlotto.

E. B.: Yo también lo creo en cierto modo, porque la he visto desfilar en mi tiempo, abrazarse a un policía amigo que la custodiaba, y en ese entonces no había nadie, nadie que se animara a caminar por Plaza de Mayo.

L.F.: ¿Pero allí no iban todas? ¿No estaba Carlotto también desfilando?

E. B.: Probablemente, sí. Yo te digo lo que salía en el diario. A ver, a ver … discutan un poco de las Madres, que a mí me interesa, así yo aprendo, porque yo no sé más que eso, las he visto y listo. ¿Y vos que tenés para decir?

Participante: Yo lo que digo es que si uno trasciende por lo que hace, si el hombre es lo que hace, Hebe trasciende mucho más que la señora de Carlotto. Hebe hace una obra impresionante. Yo estuve en la Universidad de ella y es increíble.

E. B.: Eso en provincia se ignora totalmente. Lo sabe solamente el grupito de Derechos Humanos que hay allá, que son tres o cuatro.

Participante: Yo lo que diría  es que Bonafini sigue con la consigna “aparición con vida” y eso es imposible. Carlotto, con las abuelas y con las Madres (Línea Fundadora) hicieron un Banco de Datos, consiguió dinero no para fundar una Universidad, sino para buscar a chicos, hay 74 chicos recuperados. Me parece que las Abuelas luchan por la vida y Hebe quedó encerrada en un discurso. Para mí la diferencia que vos preguntaste es esa. Para mí, el trabajo de las Abuelas es increíble.

E. B.: Menos ideología y más actividad. Yo creo en todo esto. Creo en las Madres y las respeto,  pero ¿hasta cuándo vamos a seguir con la memoria?

Participante: Hoy soltaron a Massera.

E. B.: ¿No hay nadie que le pegue un balazo? Yo digo una cosa: si en mi pueblo inauguran una estatua de Aramburu ¿no hay ningún peronista que la enlace como salen a enlazar novillos  y la bajen del pedestal? Nosotros la obra que se hace en Bs. As. la ignoramos completamente, estando a dos horas o dos horas y media de distancia. ¿Cómo será en otras provincias que están más lejos?

Participante: Quiero hacerle una pregunta sobre el tema de la discriminación a las mujeres y su relación con el analfabetismo. Yo trabajo mucho con mujeres analfabetas y observo que no es una preocupación de la ciudad, porque en la ciudad las personas tienen acceso a muchas cuestiones. Como Ud. viene del interior ... yo muchas veces voy a zonas rurales, hoblo con estas mujeres porque me interesa mucho. Creo que sería interesante que las mujeres que piensan, las mujeres que trabajan, podamos llegar a leer alguna poesía suya porque la poesía llega rápido, emociona y que les demos un poco de aliciente en sus luchas. También trabajo con mujeres cartoneras. El otro día estábamos trabajando para que pudiera tener un carrito una de ellas, y se emocionó mucho por el Día de la Mujer. Nosotras hicimos un homenaje y me gustaría mucho poder leer una poesía suya y acercarme más a su obra, porque me emociona que una persona como Ud. que tiene tantas épocas en la historia del desarrollo del pensamiento de la mujer y de la lucha, de esa lucha que no termina nunca, pueda llegar y podamos saltar esa barrera porque interesa que la mujer no sepa para que no pueda discutir.  

E. B.: Que nadie piense.

Participante: Si, pero la mujer forma.

E. B.: En mi pueblo hay una escuela para adultos y una de las chicas que trabaja en casa, va a esa escuela de adultos. Le da mucho trabajo, porque tiene que trabajar de servicio doméstico horas y horas con poco sueldo y sin embargo hace la escuela de adultos. Pero no muchas hacen eso. Muy pocas mujeres van. Van chicos que no han aprendido, pero mujeres no. Yo no sé si es que no pueden aprender, no tienen tiempo, o porque no quieren aprender. Están completamente sometidas. Son familias de diez, once, catorce hijos. ¿Qué querés que hagan?

L.F.: El tema de la salud reproductiva es...

E. B.: ... hay mucho alcoholismo y eso los consuela el sábado y domingo de ser esclavos, porque nuestra civilización ha creado esclavos con el cuento de que son libres, porque pueden votar una vez cada dos años o tres, y ese cuentito nos lo han hecho. Yo no desecho la democracia, por supuesto, y es el único régimen que se puede tener, pero enseñar a la gente a  pensar es otra cosa. Eso se hace en la escuela o en la familia.

Participante: También hay comedores  que a veces sirven como lugares de discusión de ideas, porque la gente va, busca la comida, se reúne y a veces se está trabajando en talleres sobre Calidad de Vida, que es un poquito, claro; no se puede abarcar todas las cosas. En los derechos de la mujer, como el derecho a la educación ha habido un gran retroceso.

E. B.: A las chicas les gusta la poesía rimada. Yo no hago poesía rimada. Yo veo por las chicas que trabajan en casa, atendiendo a mi hermana, si es una poesía rimada les entra, porque es más fácil, corazón con ilusión entra mejor. Además la poesía siempre exige dos lecturas, con una no basta, pero si es rimada la repiten, les gusta. Yo no hago poesía rimada. Hay que enseñarles a ellas que hagan unas poesías. Allá hay un señor, que tiene una sala de lectura,  de cuentos y poesías que es para gente que está desilusionada de la vida, viudas  o sea que tienen  que hacer un proceso psicoanalítico, pero allí no hay y las ayudan así. Han sacado de ellas temas, las han hecho escribir, o sea que todo el mundo puede llenar una página en blanco. Toda vida es novelable. Cada uno puede, si tiene tiempo. A veces no tienen hojas siquiera. El gobierno  las  puede repartir además de repartir... ¿cómo se llama? eso que dan en los hospitales (risas) y píldoras para la mujer que es la que siempre se jode.

Yo me llamo socialista porque de algún modo hay que llamarse cuando vos sos media colorada. En el fondo yo soy anarquista, porque a mí no me gusta ningún patrón, ni ningún barrandeguista. Yo solamente dudo de los procedimientos de los anarquistas. ¿Cómo irían a gobernar ellos? Porque ellos lo hacen en base a Asambleas y en Asambleas siempre surge un gallego que te copa todo el auditorio como yo, que tengo mis abuelos gallegos, y no se resuelve nada. Entonces ¿cómo gobiernan los anarquistas?
 Yo veo ahora, que estoy vinculada con la FLA (Federación Libertaria de América ) de la calle Brasil. Yo doné muchos libros a esa Biblioteca de una amiga mía, que los vino a buscar Enrique Palazo, ¡qué hombrazo! Es impagable el tipo ése. ¿Y la cuidadora de la casa? ¡Qué historias de Gualeguay salían de ahí! Esa casa es una Biblioteca y el Centro de los viejos y ahora de los jóvenes anarquistas.

L.F..:  ¿Qué tanto de autobiográfico hay en esa maravillosa novela que leí entera en un viaje?

E. B.: En toda obra femenina hay algo de autobiográfico. En toda obra masculina hay algo de autobiográfico, muy disimulado, pero los hombres también cuentan sus cosas.

L.F.:  Emma, queremos leer otro poema tuyo. Éste es un poema escrito en 1964.

Ceremonia

El rito más íntimo es conversar con los objetos
y execrarle lo que ha ido creando 
las raíces de donde provengo.
Abomino la esclavitud y la busco,
Acuñándome en los días de otros.
Maldigo la provincia 
y no puedo arrancarme con las uñas los paisajes.
Vivo indigestada y complacida conmigo misma.
Si tuviera la libertad con que sueño, la desperdiciaría,
sentada en el umbral de la puerta,
esperando la seña del que primero pase y me sonría
o tendiendo la mano como siempre
hasta que el hueso quede al descubierto.

E. B.: ¡Qué bueno!  (Aplausos)



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