lunes, 8 de abril de 2013

Mirar

una mirada desde la alcantarilla 
puede ser una visión del mundo

la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos

Alejandra Pizarnik


Lo primero que hice al llegar a casa fue sacar de la cartuchera la pluma que me dio Josua y pegarla en la pared. Para mirarla. Mientras apronto el mate, mañana cuando me vaya a la Facultad, cuando vuelva, cuando vaya de nuevo la semana que viene a Barriletes: Mirarla. 
Quizás ese mirar sea la única forma de lucha contra la invisibilización, y de traer a la superficie de nuestra cotidianeidad con ello a los invisibilizados. 
Sí, hay culpables. Y los culparemos. Sí, hay trabajos que organizar, acciones que empezar. Y las empezaremos. 
Haber digamos un cliché: Hay niños con hambre. Hay niños perdidos. 
Ajá. Y,
¿Los alimentaremos? ¿Nos animaremos a perdernos con ellos? 

Esos versos de arriba definen una convicción. Creer que la vida es transformable. Hay que cambiar la vida. Hay inventar el amor. Pero esa convicción a veces se adormece, a veces no tiene por donde andar. A veces simplemente nos angustia en una tarde en Barriletes con unos chicos creer y no saber poder. O no saber que creemos. O no saber que podemos.

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