miércoles, 1 de febrero de 2012

Garitas

No decir mundo, no esta noche, por favor.
alejandra

Son los primeros días de Facultad. Son los primeros días de 'vivir solo'. De pronto una ciudad se descubre en las calles de Santa Fe, mientras subo al departamento de Verónica y Selva. 
-No quiero acostumbrarme a esto - dijo horas despues Veronica mientras abría la puerta de la terraza del edificio. 
Nos era dificil distinguir algo de lo que tanto tiempo habiamos llamado nuestros sueños, entre medio de aquel blanco despintando y ese monton de cables que apenas permitian ver una ciudad convulsionada y humeante.
-No, yo tampoco. No creo que esté bien. Creo que me sentiria un hijo de puta acostumbrandome a estar lejos de quienes amo.
Solo nos miramos, y de cuando en cuando, pasamos nuestras manos abrazandonos. 

A Milena la conocí el lunes, la había visto en el examen y esta semana se ha vuelto un pequeño indicio dentro de estas neblinas. La saludo por encima del puente que traspasa la autopista a la salida de la UNL. Yo cruzo a la garita de enfrente a tomar el fluvial. No puedo evitar preguntarme quién es ella, quién soy yo. 
Acepto este sufrir de dudas, y esta ausencia de certezas. Acepto que todo se rompa, para construir verdades. Pero duele que las cosas se rompan. Pero da impotencia ser consciente de ello. Pero asusta no saber cómo se construyen futuros, vidas, esencias.
En la garita, un pibe escribe su nombre sobre la pared y tira la biromen a la ruta. Entre los autos, desafiando un psobile choque, corre un perro abandonado a buscar la biromen. Y asustado por un camión amaga retroceder; pero toma valor y sigue oliendo el objeto hasta descubrir que no, que no es comida.
Una lágrima cae. Darse cuenta que la vida quizás nos abandona en una garita, a nuestra suerte, para que el paso de los camiones nos asuste, para esperar un fluvial que nos devuelva a lo que creemos hacer bien, abandonados, construyendo conversaciones con desconocidos. Oliendo miedosos, animandonos a tratar de descubrir.
Lloro por ese perro abandonado, por las palabras de Verónica, por mis miedos. Lloro por temor a que la vida nos haya lanzado una biromen a la ruta, para que vayamos a olerla volviendo sin nada....

No hay comentarios:

Publicar un comentario