domingo, 8 de abril de 2012

Apuntes para mover un elefante (II): la necesidad poética de habitar el mundo

-Yo soy de la fundación Crisálida –dice una mujer con una pelota en la mano durante el primer encuentro del Espacio de Formación en Comunicación, en algún rincón de Paraná. ¿A qué se dedican?, preguntó una voz sintetizando la misma duda de todos. –Nosotros nos encargamos de todos los cuidados que se le puedan dar a un enfermo pediátrico terminal, le leemos cuentos, acompañamos a su familia, le damos asistencia.
Luego de que aquella mujer dijera estas palabras, o algo similar a ellas, hubo un silencio. Propio del respeto hacia lo que no creíamos posible. Esta noche, lejos en el tiempo de aquella experiencia, pienso ¿con qué ideología se hace eso? ¿Qué mueve a una mujer de ¿60, 70? años  a cuidar a alguien que sabe morirá? Creo que como generación, como jóvenes que queremos hacer algo pero no sabemos qué, necesitamos preguntarnos esto. Y preguntárnoslo aquí y ahora, desde estos espacios como Barriletes. Por eso, pido disculpas pero no tengo nada más para ofrecer en esta página que preguntas.
Aquella mujer, ¿militará en algún partido? ¿Participará de marchas? Yo vi en sus palabras una revolución. Juro que la vi, aunque se me haya escapado de las manos inmediatamente. Cuando hablamos de cambiar las cosas, cuando decimos que estamos cansados, ¿no necesitaremos empezar a cambiar nuestras actitudes cotidianas? Y esto lo digo sin las más mínimas ganas de moralizar. Lo digo con la intención de que volvamos a pensar aquello que entendemos por política, aquello que entendemos por acción social.
Y lejos, se viene a mi mente pensando en las palabras de aquella mujer un discurso de Fabián Casas. Un escritor argentino, ícono de toda una generación y muy de moda ahora. Pero lo que importa es esto que dijo y que ahora me acuerdo: Escribamos o no, lo más importante es que todos nosotros somos narraciones de la vida. En cada bar, oficina, hotel o cualquier lugar donde la gente se junta, está alguien escribiendo el sermón de la montaña. Simplemente hay que ponerse en estado de atención para poder oírlo. No sé, será que a mi me gusta mucho la literatura y no puedo evitar pensar como Fabian que todos somos narraciones de vida…¿qué lista, -de paso pregunto-, qué partido, qué ideología puede contener todas nuestras narraciones de vida? En cambio, una mirada franca al mundo, al otro, quizás eso nos salve.  Y lo digo porque soy joven y tengo ganas de hacer, aunque no sepa qué, aunque no sepa cómo. Así que por el momento, con eso trato, con mirar al otro. Con animarnos  a habitar poéticamente el mundo, a desordenarlo y ver qué onda. Estos son nuestros apuntes para mover un elefante, esta es la lucha (si me permiten robar la palabra un rato). Esto pretende ser un testimonio de lo que los jóvenes queremos decir, intentamos decir. Si no está siendo eso, chiflenme.
Mientras, decía Casas para cerrar: ¿Por qué estamos acá? ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? A veces, hasta nuestros seres queridos nos resultan extraños. Y sin embargo, la voluntad poética de habitar el mundo, es lo que todavía hace que la cosa valga la pena. 
Abril de 2012
para Barriletes

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