miércoles, 18 de abril de 2012

Una flor, no lejos de la noche

prologo
una flor
       no lejos de la noche
       mi cuerpo mudo
   se abre
a la delicada urgencia del rocío
                    
                                                    alejandra


grete stern
niño en flor - sueño once

la noche del martes
No sé si quiero hablar(me) de Amor, o de Sexo, o sobre aquel Desconocido que ya no lo es tanto, o sobre la sonrisa de cierto chico que me gusta demasiado, o sobre los gestos enigmáticos de aquel chico siempre tan misterioso. 
Sólo sé que quiero hablar de las flores, que se abren a la delicada urgencia del rocío. Porque es de lo úncio que acá, en mi pieza sentado antes de una cita, -es decir, no lejos de la noche- estoy seguro. Flores somos. Flores que se abren a una delicada urgencia. Y eso no lo decidimos nosotros, no lo gobernamos del todo, porque no somos capaces de domar nuestras urgencias.
Sin embargo, hay caminos largos que me llevan a esta noche. No pasará nada especial mientras la noche cae en Paraná de a poco, mientras las estrellas me vigilan un rato. No, no creo que pase. Porque esta historia no tiene nada de bohemia y loca, como tanto me hubiese gustado. Pero si se trata (creo) de vivir este momento. Y de vivirlo sin culpa. Largo ha sido el camino para que vea el rocío como lo que es, como rocío. Para que vea el cuerpo como lo que es, como flor. 
Burno Bibmi escribe en un texto que hallé en su blog, que de todas las cosas que nos robaron a los putos la peor es la Adolescencia. Sí señores, nos robaron la adolescencia. Que se sepa que no culpamos a nadie, pero que no somos pelotudos. Nos damos cuenta que es así.

la noche del miércoles
Besar a un chico siempre fue para mí pecado o milagro. Y contigo todo se hace más llevadero. Pero ahora creo que quiero que sea pecado o milagro. ¿Y si llevamos nuestro juego al extremo? Es un juego peligroso -dijiste-, pero nunca me lo explicaste muy bien. 
Pesan en mí ciertas escenas. Un hombre escuchando los latidos de mi corazón, como si en la noche no hubiera más. Dos niños en una ducha. Una charla bajo la noche. 
La pregunta es, ¿podemos hacer qué toda la vida sea así?
Soy del hombre que esta magia pueda hacer.

epílogo

Si yo camino triste... persiguiendo
el aliento de las colinas, en la noche
oscura y tibia, sobre un terrón yaciendo
habrá quizás un muchacho con los ojos abiertos.

Cada uno está solo y su corazón variable
mira siempre las mismas estrellas.
                                                          sandro penna

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