domingo, 27 de mayo de 2012

Apuntes para mover un elefante (III): nuestra voz está andando


“Mi hijo Eliseo y su novia, Sofía, también estuvieron en la movilización por la autonomía de la UADER. Es que estas nuevas generaciones no tienen prurito en poner el cuerpo, decir su palabra y andar. Para el caso de ellos, sin ser todavía universitarios, se comprometen e intervienen. Saben que se están convirtiendo en otra cosa de lo que son.”- ese es el comentario que,  junto a una foto, veo al Inicio de Facebook.  Y me pega mucho.
Para comenzar este mes esta columna, pensé muchas posibilidades. Pensé empezar hablando sobre un hombre, que sentado a la mesa de la celebración del bautismo de su nieto, sugiere: Como en ese entonces desaparecieron treinta mil, bueno, ahora tendrían que llevarse como sesenta mil más o menos. Mientras algunos asienten con la cabeza y otros volvemos a nuestro plato tratando de no comenzar una discusión.
Pensé en contar lo que vimos con Juan y Pauli el otro día, mientras estudiantes de la UADER detenían por momentos el paso sobre Calle Salta para que la Marcha llegara hasta el Rectorado: La discusión entre un conductor y los estudiantes. La imagen del conductor levantándose, con ganas de pelear, y los chicos yéndose a lo suyo, siguiendo en la defensa de lo que es justo y necesario.
Pero la verdad sea dicha, en esta tarde otoñal, me ganó por mucho ese pie de foto que encontré en Facebook.
¿Saben algo? Creo que quien haya escrito eso tiene razón. Sabemos que nos estamos convirtiendo en otra cosa. Y aquí pregunto: Esta, ¿se la esperaban? Pensemos en cuán importante es que mil quinientas personas hayan parado un momento en su semana y hayan dicho: Yo quiero que se haga esto, yo tengo derecho a que esto sea así. Se que plantearlo así es simplificar las cosas, pero pasa que quiero que se vea lo maravilloso de lo que nos está sucediendo. Ahora pensemos que la gran mayoría de esas personas, las que ponen el cuerpo, las palabras, el contenido a toda esta lucha, son jóvenes. Somos jóvenes. Porque es inevitable no sentirse identificado en este reclamo, no sentirse parte de algo que aquí a la vuelta está sucediendo. No sé para donde irá a ir este tema cuando esta columna se publique. Pero si tenemos algo que debatir y pensar mucho: Acá estamos ya despiertos. Acá estamos demostrándonos capaces de hacer cosas así.
Y digo más: Capaces de tener esperanzas, razones por las que luchar. No todo está perdido –decía Cortázar- si se tiene la valentía de admitir que todo está perdido y se comienza de nuevo. Y ahí está nuestra esperanza, andando las calles de Parana, colgada en afiches, comentada en las charlas que mantenemos en los pasillos de alguna facultad. En tiempos como estos, y teniendo la edad que tenemos, no podemos hacer otra cosa que depositar nuestra esperanza sobre el mundo. No es ya una opción, es una condición necesaria para que este mundo merezca ser habitado. Pienso en muchas experiencias de las que no necesitan presentación, como La Tribu del Salto, como Barriletes, como la UADER intervenida y transformada por los alumnos, en las que vemos la esperanza renacer y esparcirse.
Sigo preguntándome qué son estos apuntes. Por el momento, apuntese que el elefante se está moviendo…
Pienso que la Toma del Rectorado nos ha dado una voz perdida. Y me acuerdo del viernes pasado, cuando comencé el Taller literario infantil diciéndole a los chiquitos que me sentía mal de adentro, que me ayudaran a tener una linda tarde. Entonces, una nena de seis años me regalo su sonrisa y me dijo, como dejándose caer en la silla, pero si estuvieras mal de adentro no te saldría la voz. Y así es: Tan mal de adentro no estamos, si no nos saldría la voz. 

para Barriletes

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