Un
cielo negro, negro
caen
hojas sin color.
Alguien
muy bueno las pinta.
Mi
corazón es un loquito.
Mi
corazión es un trabieso.
Mi
corazón es un colorido.
Mi
corazón es un juguetón.
Mi
corazón es un peligro.
Yo
soy la primera luna dormida.
Yo
soy el pájaros pintor.
Yo
soy el atardecer de los colores.
Yo
soy la flor con el color
maraviyoso
de los colores de una flor maravillosa.
Yo
soy el sol amarillo
pero
bien amarillo.
Soy
el color de los colores.
Textos
producidos en el Taller La Ventana,
de
la Escuela N° 8 DE-19° de Villa Soldati, Buenos Aires.
La
poesía no se encuentra. A la poesía se entra. Sí, se entra. Se
entra como si uno se sumergiera en el mar, como si uno pisara arena
descalzo. Se entra en poesía porque la poesía es un territorio.
Porque cada territorio implica un tiempo y un espacio. Y la poesía
es otro tiempo y otro espacio. Porque cada territorio tiene
fronteras. Ya la poesía es una frontera, indómita, indomable,
indecible pero frontera al fin. Porque cada territorio nos hace
sentir dentro de ese territorio. Y estar en poesía es algo que se
siente.
¿Demasiado
poético? Lo poético no puede definirse desde otro lugar que no sea
la poesía misma.
Para
entrar en poesía, aviso, no hay senderos, no hay carriles seguros.
No hay camino que no sea el instinto por tratar de entrar en 'esos
otros mundos' que están, obviamente, en este. Lo cual implica una fe
en la existencia de otros mundos en este. Aquí nuestro pirmer
compromiso: La fe en lo poético.
Lo
poético como un territorio al cual se puede ingresar, y desde él
estar. Por tanto, lo poético es una forma de estar en el mundo. ¿Qué
viene a ser 'lo poético'? Esa será una de nuestras primeras
preguntas con respuesta incierta. Veamos qué dice una escritoria
infantil, poeta y estudiosa de estos temas, Laura Devetach: “Me
gusta referirme a uno de los aspectos de lo poético como el
ejercicio de la libertad de lenguaje para expresar nuestras cosas:
las que sabemos, las que sentimos, las que no sabemos, las que
sentimos y no tienen palabras para ser explicadas. (…) Siempre los
poetas hablaron del “desorden de los sentidos”, es decir,
encontrar nuevas dimensiones para penetrar la realidad. Neruda toca
la realidad con los ojos, escucha
el mar con la piel. La disponibilidad para percbir o expresarse a
través de cualquier arte reside quizás en ser
o estar sensible, o
sea, en poder dejar libres a los sentidos para que cumplan sus
funciones de descubridores del mundo. Pero no solamente para procesar
datos por la vía racional y práctica, sino a través de la
emotividad.”
Recurramos
a una escritora para verlo más claramente. Clarice Lispector nos
cuenta en El juego de pensar,
incluido en “Revelación de un mundo”:
Una
vez por ejemplo -en el tiempo en que mandabamos a lavar la ropa
afuera- estaba yo haciendo la lista. Tal cez por el hábito de poner
títutlo o por unas súbitas ganas de tener un cuaderno prolijo como
en la escuela, escribí: lista de... Y fue en ese instante cuando
aparecieron las ganas de no ser seria. Es ésta la primera señal del
animus brincandi, en materia de pensar- como hobby. Y escribí aguda:
lista de sentimientos. Lo que quise decir con esto tuve que dejarlo
para más adelante -señal de que estaba en el camino correcto y no
me afligía por no entender; la actitud debe ser: no se pierde por
esperar, no se pierde por no entender.
Entonces
empecé una listita de sentimientos de los cuales no sé el nombre.
Si recbio un regalo hecho con cariño por una persona que no quiero
-¿como se llama lo que siento?. La falta que se siente por una
persona que ya no queremos, ese dolor y ese rencor -¿como se
llaman?. Estar ocupada -y de pronto detenerme por haber sido invadida
por una súbita indolencia dulcificadora y venturosa, como si una luz
de milagro hubiese entrado en la sala: ¿cómo se llama lo que he
sentido?
No
reprimir ni desdeñar este tipo de 'sucesos' es lo que nos permite
tener una disponibilidad respecto a lo poético. Graciela Montes dirá
que estar cerca de la infancia siempre mantiene abierta esa
disponibilidad poética puesto que lo poético es natural de la
niñez. Sobre ello volveremos luego seguramente, puesto que la
relación de Niñez y Literatura es ineludible al hablar de Mediación
de lectura.
Mientras
tanto estamos en la busqueda de nuestro equipaje poético.
Así
que allí vamos. Buscar lo poético dentro del mundo. ¿Qué es lo
más cercano a nosotros que tenemos del mundo? Pues, nosotros mismos.
Y este será nuestro primer paso: Buscar los elementos poéticos
dentro de nosotros. Ver qué otros seres habitan en nosotros.
Buscar
nuestro equipaje poético implica ver con qué elementos poéticos
hemos llegado a este momento, a esta biblioteca, a este taller, a
este grupo. Seguramente, lo primer que uno piensa es que no posee
elementos de este tipo. Agradezcamos pues que esa afirmación sea una
equivocación.
Todos
poseemos enormes textotecas internas. Donde circulan, se afirman, nos
habitan, reprimimos, defendemos, echamos, ponemos sobre la mesa,
textos, palabras, frases y más aún sensaciones. El lenguaje es
caracteristico de lo humano. Y siempre los humanos hemos querido
domarlo. El lenguaje, indomable, se las ha arreglado a través del
tiempo para seguir siendo inescrutable. Veamos un ejemplo de esa
capacidad indomable del lenguaje. Montes cuenta una anécdota:
“Tenía
once años. Escuela de monjas. Me castigan por hablar en clase, o por
reírme, o por no respetar algún retiro espiritual (la verdad, no
recuerdo el motivo). La penitencia consiste en ir al refectorio
(nombre ominoso, incomprensible para mí en esos tiempos, que
vinculaba vagamente con “perfectorio” y por lo tanto con las
imperfecciones y las culpas). Me aburría. Me aburría infinitamente;
la tarde se mne hacía inmóvil, inacabable. Me daban permiso para
tener un libro en la mano y yo elegí el diccionario. Sin salir de mi
rincón de penitencia, busqué mis dos palabras: “culo” y “teta”.
No me interesbaa el artículo en realidad, lo que quería era ver
escritos “teta” y
“culo” ahí en medio del “perfectorio”. Las leía una y otra
vez con cuidado y una vaga sonrisa. Me daba cuenta que esas letras
así ordenadas, en esa breve secuencia, bastaban para hacer temblar
las tapas del diccionario, forradas en papel de araña azul, con
etiqueta, para alterar el ritmo de los pasos que resonaban por el
pasillo del convento, para que tamblaeara el refectorio todo, mi
tirste texto aburrido, la penitencia. Eran, en esa oscuridad,
palabras violentas y destellantes, y yo me sonreía en secreto y en
silencio.”
Afortunadamente,
la lectura y la escritura son zonas en las que no se puede transitar
sobre seguro. El lenguaje sigue ahí, tan indomable como de
costumbre, y nunca se sabe qué sucederá cuando se comienza a leer.
Por eso, cada acercamiento a lo poético tiene algo de Zona liberada.
Algo de peligoroso. Y por lo tanto, algo de sospecha. La lectura, sin
instituciones que la quieran amoldar a sus medidas, es liberadora de
lo humano.
Volviendo
a nuestros puntos de partida, tenemos por un lado un territorio, y
una búsqueda.
Solo
buscando lo poético podremos entrar en ese territorio y desde allí
construir un puente -La mediación de lectura no es otra cosa sino
esto- para que el otro también lo cruce.
Como
no podemos darle al otro lo que no tenemos, nos dedicaremos a buscar
lo poético en nosotros mismos durante este tiempo. Y desde allí,
propondremos acercamientos a través de la mediación de lectura.
Apunte para el Primer encuentro de Mediacion de Lectura (Octubre 2012)
Biblioteca Esos Otros Mundos - Barriletes
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