Hay un libro que yo
tuve y que volví a encontrar aquí
(en la biblioteca
municipal), lo cual me dio mucho gusto.
Está un poco estropeado
pero al tocarlo sentí algo extraño.
Hay recuerdos que se
pierden pero con los que uno vuelve a
en primer lugar el
placer de volverme a ver más o menos
tal como fui cuando
era niño, y no tengo fotos mías. Pero era
aún más emotivo que
una foto, me parece. Es como encontrar algo
también como una
referencia. Una experiencia, un rastro en un
momento del camino.
Uno siente una sensación agradable, pero dentro de uno
se siente algo más
fuerte aún, y es el ser dueño de su destino.
Rhida
Rhida es un joven, citado por
Michéle Petit en Nuevos acercamientos a
la lectura y a los jóvenes. A partir de su experiencia de lectura, la
investigadora francesa explica los diferentes registros en que se produce una
‘lectura plena’. Una experiencia de lectura plena, como la de Rhida, debe
llegar a ese punto de flexión en la subjetividad del sujeto.
Pero no es por eso que traigo a
colación esta cita. Sino por cómo se nota en esa experiencia la incidencia de
la situación de lectura. Es decir, hubo cuerpos concretos que intervinieron
allí. El libro es un cuerpo con el que nos encontramos. Por eso, hasta se
modifica la forma en que recordamos el encuentro con esos cuerpos y la memoria
visual y emotiva que de ellos tenemos. Por eso, me parece bien inaugurar este
apunte dedicado a pensar la situación de nuestras ocasiones, con las primeras
experiencias de lectura de Milena y Sofía narradas por ellas mismas. Narrar un
recuerdo siempre implica tomar una distancia para con uno mismo, por eso
analicemos de qué manera esto sucede.
Cuando la conocí:
He naufragado en cada isla a
bordo del barco de esa mujer. Pero obviamente, el primero nunca se olvida; algo
así como el primer beso. Cuando me alisté como tripulante tenía 4 años (no
estoy muy segura) y zarpamos desde la “cama grande”.
El Capitán era otra mujer, mi
mamá y me condujo navegando en aguas tibias y cristalinas hacia la isla de “Los
hijos del Capitán Grant”.
Cada noche me internaba en ella,
a que a su vez me hacía navegar de la navegación, pero en bote, porque esa isla
tenía muchos ríos.
Fue así cómo sucedió mi primer
naufragio, pero no duró mucho porque enseguida la dueña del barco me rescató y
a 75 nudos partimos hacia otras islas, totalmente salvajes a la espera de que
yo las domestique.
Milena
En ambos casos, preguntémonos
quién oficia de mediador y de que manera.
Esta hoja en blanco, llenarla con
la experiencia de mi primer libro o aquel libro que fuel que abrió mis alas
para aprender a volar. Cómo no recordarlo. Aunque detesto tener que escribirlo
y forzar mi mente perezosa para que acumule todos los recuerdos posibles de
aquella SITUACIÓN que se presentó en mi vida de una manera tan peculiar. Tuve
aquella persona que sin pedir nada a cambio medió entre el libro y yo. Esa
mediadora casamentera fue mi profesora de Literatura de la secundaria, Susana. Ella
fue la que me incentivaba todo el tiempo a que me acerque a la literatura, a
que conozca aquel mundo donde, absolutamente todo es posible. Ella fue la que
me dijo: “tenés que leer el mundo de Sofía” con su manera tan peculiar de
mediar. Pero no me arrepiento de haber acatado aquella exortación. Fue ese
libro el que me elevó el alma en aquel momento donde mi vida era regida por esa
bestia banal que se hace llamar superficialidad. (…)
Sofía
Esto nos permite pensar que, si
bien toda ocasión establece otro tiempo y otro espacio, debe partir de un
territorio. O, más bien, establece sin querer queriendo un dialogo con ese
territorio. ¿Podemos pensar igual a Santa Fe luego de leer a Saer? ¿Estamos en
el tiempo y espacio de nuestra tarde mientras leemos a Saer? Seguramente no,
pero ¿ese otro tiempo y ese otro espacio aparecen sin más y no dejan huella en
el tiempo y espacio que habito?
La literatura hincha de
significaciones el mundo, hemos dicho. Entonces, hace que quepan más mundos en
nuestro mundo. Y por tanto, genera un diálogo entre esos mundos. De aquí que no
sea inocente el deber pensar que las Ocasiones se dan en una Situación. Y que
en este caso, ninguno de nosotros ha elegido inocentemente las situaciones
donde producir ocasiones.
Abierto esta otra arista de
nuestro trabajo, preguntémonos ahora por las situaciones que hemos elegido. Lo
que resta del apunte es entonces la producción colectiva sobre los proyectos de
mediación que llevaremos a cabo.
¿Qué espero realizar con el Taller?
-Tengo la
esperanza de poder un espacio diferente a los chicos: un espacio en donde no
importe qué hicieron, sino que importe quienes son. Poder lograr que, a partir
de la mediación, puedan empezar a construir una visión del mundo rompiendo todo
prejuicio por el cual se mantengan lejos de la Literatura.
No pido más
que solo dejar a ellos libertad que la Literatura trae de la mano.
-Me cuesta
decir qué espero, porque siempre soy de esperar muchas cosas. Pero
sencillamente lo que anhelo es poder construir ese puente que dijimos era la
mediación de lectura. Un puente entre ellos y la poesía, con toda la carga que
supone esta palabra. Esto, planteando solo cuatro encuentros en los que consistirá
el Taller, en una o dos horas extraclase, parece difícil de lograr, tal vez una
utopía. Pero yo no lo pienso así, lograr que los chicos que asistan al Taller
puedan expresarse/palabras-identificarse-ficción, ya es el cimiento de nuestro
puente. Entonces eso es lo que espero: que los chicos puedan crear sus mundos
en esta “hora libre” que les llevo como propuesta.
-No sé si
llegaré a constituir un espacio de Taller. Pero si quiero al menos crear un
espacio de lectura libre, que invite a la lectura autónoma y libre. Ya que la
lectura es una fuerte herramienta en la lucha contra la exclusión, y ayuda a
reconstruir la subjetividad de la persona ante el mundo. Y cuando se habla de
‘gente en situación de calle’ parece haber mucho de lo que lamentarse, pero
poco por hacer. Creo que la lectura puede hacer algo en ese contexto, y por eso
la llevo allí. Que la persona logre encontrarse a través de la ficción, eso ya
sería único.
¿Cómo presentaré el Taller ante quienes
participaran de él? ¿Por qué?
-Lo voy a
presentar como un Taller literario en donde vamos a poder jugar y ser libres
por un rato, olvidándonos de las cosas que no nos gustan y viajar hacia cada
uno quiera. Luego les preguntaría si alguna vez fueron a participar de un
taller literario y qué piensan que vamos a hacer.
-Lo
presentaría como una charla, como una ronda, como un encuentro. Me ahorraría
los términos espacio y taller. Porque el término ronda me parece más poderoso en ese contexto. Además, da lugar a
seguir construyendo después de presentada la actividad. La informalidad da
lugar a que las acciones se puedan flexionar según el grupo lo desee.
-Respecto a
cómo presentarles el trabajo, lo pienso plantear como un espacio en el cual el
que tenga ganas puede participar. Quiero presentarlo como “zona liberada” para
dejar fluir la imaginación y tratar de crear esa zona liberada a partir de
darnos el lujo de pensar como niños otra vez, dejando de lado toda limitación o
barrera impuesta ya sea por externos como por ellos mismos. La causa es que
quiero abstraerlos de su realidad para que, por medio de la palabra, logre
mostrarles otro modo de ver las cosas.
¿Qué dificultades suponen encontrar?
-Las
dificultades pueden ser los conflictos entre los chicos, el desinterés total
por el taller y la intromisión de las autoridades del lugar.
-Que no se
pueda llevar a cabo la lectura. No ser lo suficientemente dinámica para pararme
frente al Taller. El tiempo.
-El miedo a
la lectura. La creencia de que pertenece a determinadas circunstancias sociales.
Creo que será este el mayor obstáculo.
Apunte para el Cuarto encuentro de Mediacion de Lectura (Octubre 2012)
Biblioteca Esos Otros Mundos - Barriletes
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